Chapter 2 - Capítulo 1.

Me desperté con el chillido del despertador de mi mesilla. El chico rapado y musculoso del cual no recordaba su nombre se estiró bajo las sábanas molesto por el ruido. Estiré el brazo y le di un golpe al reloj que creo que lo calló para siempre.

—Buenos días, bombón ¿Tienes que ir a trabajar? —Sonrió con voz ronca.

Casi me reí, me levanté poniéndome las bragas que estaban tiradas por el suelo.

—Tengo que ir al instituto, así que vístete y vete ya.

—¿A-Al instituto? —Levantó las cejas casi asustado.

Sé levantó y se abrochó los pantalones con rapidez y una vez vestido se fue corriendo jurándome que pensaba que era mayor de edad.

Una vez se fue me terminé de poner el pijama fui a la cocina donde Sam estaba desayunando un gran tazón de cereales, iba sin camiseta y con un pantalón hortera de cuadros.

—Cuidado señor de sesenta años, no vayas a enamorar a las vecinas con esos pantalones.— Bromee sacando un brick de leche de la nevera.

—Cállate, a las chicas les encantan estos pantalones. —Levantó las cejas orgulloso.

—Sí, a las octogenarias.

Agarré un vaso y lo llené hasta arriba.

—A ver si frenamos este desfile masculino diario. El único hombre de tu vida soy yo Emily, asúmelo.

—Nunca dije lo contrario. —Sonreí y salí de la cocina después de haberme bebido el vaso de leche.

Escuché cómo Sam me reñía a la espalda por no desayunar en condiciones, pero yo igualmente me dirigí de vuelta a mi cuarto. Cerré la puerta y me maquillé en el pequeño tocador que estaba en frente de la cama, me arreglé el pelo vistiendo una sudadera verde. Organicé mi mochila y me la llevé al hombro.

Bajé de nuevo las escaleras y Sam ya estaba vestido y listo para salir.

—¿Cómo te has arreglado tan rápido? —Dije sorprendida.

—Yo no me he arreglado rápido, eras tú la que iba muy lenta.

—¿Has pasado a ver a papá?

—Sí, sigue dormido y con la que lleva encima estará durmiendo los próximos dos días.

Bajamos por la puerta de la cocina que nos llevaba directos al garaje. Nos metimos en nuestro viejo y feísimo coche rumbo a nuestro nuevo instituto, Holt High School, que estaba en el centro de Lansing, Michigan.

Aparqué a una calle del colegio, caminamos hacia la entrada y nos quedamos asombrados. El instituto Holt era público pero sus instalaciones eran magníficas, el edificio era alto y blanco en forma de "V" con los cristales azulados, en medio había una fuente gigante y ruidosa que omitía el gran barullo de todos los estudiantes que estaban entrando con sus grupos de amigos, muchos estaban sentados en los bancos de piedra de alrededor.

Sam y yo entramos juntos al hall. La entrada era gigante y todo estaba lleno de taquilleros donde la gente guardaba sus libros y sus cosas personales, mi nueva taquilla iba a ser la 144 y la de Sam la 145. Fuimos y metimos los códigos que nos habían dado las señoras de recepción.

Sonó el timbre y nos dirigimos cada uno a su clase, a mi me tocaba historia. Sam se fue y yo que me quedé perdida por los pasillos. No sabía cuál era mi clase así que tuve que pedirle ayuda a una chica que todavía estaba guardando sus cosas en una de las taquillas.

—Disculpa ¿Vas a la clase de historia del señor Díaz?

La chica sorprendida me sonrió cálidamente.

—Sí, eres una de las nuevas supongo.

Asentí.

—Ven, es por aquí.

La gente ya estaba dentro de clases y estaba todo vacío, recorrimos el pasillo largo cubierto con taquillas y subimos por las escaleras.

—¿Cómo te llamas? —Preguntó la chica rubia.

—Emily ¿Y tú?

—Yo soy Sophie ¡Es un placer recibir gente nueva! Estaba harta de ver siempre las mismas caras. 

Llegamos a la puerta que tenía un pequeño cristal en el que se veía como el profesor ya había comenzado su explicación. Sophie llamó a la puerta y entró con cuidado.

— Perdone señor Díaz ¿Podemos entrar?

— Adelante.

Entramos silenciosas mientras toda la clase nos observaba atentamente, era una sensación muy incómoda.

— Espere ¿Usted es una de las nuevas alumnas verdad?

Me decía a mi. — Sí.

El señor Díaz, un hombre extremadamente alto y delgado me sonrió y miró a toda la clase mientras que Sophie se sentaba en uno de los pupitres de la penúltima fila.

— Atención clase, al igual que Marcus, Mía y Shara, Emily será una de vuestras nuevas compañeras, espero que la recibáis como es debido.

Nadie dijo nada, no hicieron ni un sólo gesto, yo avergonzada por la situación fui al asiento que estaba al lado de mi nueva amiga.

La clase transcurrió con normalidad hasta que una nota cayó en mi mesa, me la había dejado una chica que tenía al lado.

Eres muy guapa.

¿Tienes novio? ;)

Miré de nuevo a la chica de piel oscura.

— Disculpa ¿Esto es tuyo? — Refiriéndome a la nota.

— No, no, es de aquel chico de allí. — Señaló a un chico que estaba tomando apuntes en la otra punta de la clase.

Era rubio y de ojos marrones, pero tenía un peinado muy raro, como en punta, vestía con una chaqueta de baloncesto y un pantalón de chándal, no era nada feo pero tampoco me interesaba demasiado.

Le escribí en la otra cara del papel:

No, y no estoy interesada lo siento. :(

Doblé de vuelta la carta y se la entregué a la chica para que le llegase.

De la nada un portazo interrumpió la clase haciendo que el profesor se sobresaltase, este suspiró.

—Jayden ¿Qué te tengo dicho de llamar a la puerta? Además llegas tarde.

Un chico extremadamente alto, con el pelo negro rizado y rapado por los lados, con los ojos verdes y cara seria entró en clase apretando la mandíbula. Llevaba puesta una camiseta sin hombros que mostraba todos los tatuajes de su brazo y tenía un piercing plateado en la nariz. Su rostro era perfecto, tenía la nariz puntiaguda y la mandíbula marcada, me sacaba mínimo dos cabezas de altura. Se sentó en uno de los pupitres de la primera fila sin hablar ni mirar a nadie. El profesor continuó la clase. Me quedé asombrada, jamás había visto un chico tan guapo, ni siquiera en películas.

Sophie me llamó. La miré y se acercó más a mí susurrando. — ¿De quién era la carta?

— De ese chico de ahí.

Señalé discretamente al chico rubio que seguía tomando apuntes. Al verlo la chica rubia se empezó a reír, intentó hacerlo en silencio pero varios alumnos se giraron a vernos.

— Él es Izan Whiller, el capitán del equipo de baloncesto.

Me miró esperando mi respuesta, no entendía por qué se reía.

— Izan es de los chicos más populares de nuestro curso, incluso del instituto ¿Entiendes por dónde voy?

— ¿Me estás diciendo que me tendría que sentir privilegiada porque el raro ese me mande una carta?

El profesor nos miró enfadado. — Las del fondo, por favor atiendan.

Sophie asintió sonriendo y las dos nos volvimos a enfocar en las clases. Me pareció una chorrada. Eso de sentirme privilegiada porque un chico se fijase en mí no iba conmigo, mi ego era demasiado alto. El hecho de que fuese tan popular según Sophie en parte me hacía perder todavía más el interés.

Pasaron dos clases más y llegó la hora del almuerzo, sonó el timbre y salimos del aula de música. Sophie vino a mi y entrelazó nuestros brazos emocionada

— Esta noche hay una fiesta en casa de Mark para recibir a los nuevos alumnos ¡Tienes que venir!

— Pero si hoy es lunes.

— ¿Y qué? Todavía no tenemos ni deberes ni exámenes.

No muy convencida la miré mientras su sonrisa era cada vez más amplia. Me gustaban mucho las fiestas pero la idea de una fiesta de bienvenida no me parecía muy emocionante, igualmente también me venía bien para despejarme y conocer un poco el panorama.

— Está bien.

— ¡Bien! Te apunto la dirección.

Agarró su teléfono y me mandó un mensaje con todos los datos de la fiesta, nos despedimos y fui a buscar a mi hermano.

Sam me estaba esperando en la entrada del comedor.

— ¿Qué tal el primer día? — Le pregunté.

— Mejor de lo que esperaba. Me hice amigo de unos chicos que juegan al fútbol aquí en el instituto.

Entramos y era un espacio gigante repleto de mesas abarrotadas de gente, cada uno estaba donde pertenecía, los frikis se sentaban con los frikis, las populares con las populares, los emos con los emos...

Agarramos una bandeja y nos pusimos a la cola para recibir nuestra ración de macarrones fríos y gelatina.

De la nada un chico de piel negra se acercó a mi hermano.

— ¡Sam! Venid y sentaros con nosotros.

Mi hermano sonrió inocente. — Claro, ahora iremos. Mark esta es mi hermana Emily.

Mark me sonrió con ternura estrechándome la mano, era bajito y delgado y tenía una sonrisa muy bonita. Se fue y contemplé la mesa en la que se iba a sentar, estaba allí el rubio que me había mandado la carta en clase y el chico de pelo negro y tatuajes.

Según nos acercábamos a la mesa noté como una mesa llena de chicas me observaba desde la distancia, podía notar sus miradas asesinas clavándose en mi nuca. Al sentarnos un chico pelirrojo nos recibió preguntándonos sobre nuestro comienzo de clases, se llamaba David, era un chico muy agradable.

En un momento de la comida se empezaron a hacer bromas entre ellos y a debatir sobre cual era la madre que estaba más buena del equipo. El rubio con el que coincidía en clase dejó de comer y me miró con seriedad.

— ¿Y tú como te llamas?

Dejé mi plato y le miré de la misma manera.

— Emily ¿Fuiste tú el que me mandó la nota en clase, no?

Todos los de la mesa nos miraron burlándose de su amigo, este sonrió algo avergonzado.

— Me llamo Izan. Es un placer.

Le sonreí incómoda mientras que mi hermano me miraba confuso, no me había dado tiempo a contárselo.

— ¿Vais a ir a la fiesta de esta noche no? — Interrumpió Mark.

Sam me miró apretando el ceño. — ¿Qué fiesta?

— Todos los años hacemos una fiesta de bienvenida a los nuevos alumnos. Este año será en mi casa.

— Sí, iremos. — Respondí.

— Pero si es lunes. — Dijo Sam aún dudando.

— Bueno ¿Y qué? De momento no hay ningún examen.

— Allí estaremos. — Sonreí. Sabía que alomejor Sam no tendría muchas ganas pero me parecía una buena oportunidad para acercarse más sus nuevos amigos.

La conversación sobre deportes me estaba aburriendo tanto que sentía que me iba a quedar dormida allí sentada. Terminé rápido de comer y me excusé para ir un momento al baño. Salí del comedor y una vez en los pasillos vacíos me di cuenta de que no sabía ni dónde ir. Caminé recto con la esperanza de encontrar los servicios.

Escuché como alguien me llamaba por detrás. Me giré y era Izan. Me pareció algo desesperado al haberme seguido.

— Estaba buscando el baño.

Soltó una pequeña risa. — Ven, es por aquí.

Siguió caminando y se puso delante mía para guiarme, sentía sus aires de superioridad y había algo en él que no me gustaba nada. Recorrimos todo el pasillo hasta llegar a la zona de las escaleras.

— Es en esa puerta de allí. — Señaló.

— Gracias. — Sin mirarle fui hacia dónde me había indicado dándole la espalda.

— ¿Vas a ir hoy a la fiesta, no?

Me giré otra vez. — Creo que sí.

— Pues si quieres dame tu número de teléfono y te paso todos los datos. — Sonrió.

— Ya me los han mandado, gracias.

Le di la espalda de nuevo y me dirigí al baño, esta vez no me frenó. Cerré la puerta y escuché como se iba después de unos segundos. Me miré en el espejo, no tenía el pelo muy despeinado así que simplemente me retoqué el brillo de labios y pasé al servicio.