En una habitación lujosamente decorada.
-"¿Que tal va mi hijo?" Pregunta Roman, curioso.
-"Lleva doscientos treinta y siete puntos, la segunda mejor puntuación, líder" Responde un anciano a su lado.
-"¿Quién tiene la primera posición?"
-"Un joven. Su nombre es Wair."
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En un río, un joven se encuentra desnudo, con todo el cuerpo sumergido en el agua. Después de unos momentos, saca la cabeza del río y toma una bocanada de aire fresco.
Este joven obviamente es Effiro.
-"Ahhh, nada como un buen baño matutino. Aunque sería mejor si no me estuviera bañando en un río cuya temperatura es de unos pocos grados"
Después de permanecer en el río un rato más, Effiro sale a la orilla, convoca un fuego para secarse y se pone su túnica de nuevo.
-"Veamos que tengo para comer hoy. Tengo pescado, una ardilla y una serpiente de sol. De todas, la serpiente es la única que puede aumentar mi cultivo, aunque sea solamente un poco. Se encontraba en la segunda etapa del reino de recolección de energía vital, y tiene algunos materiales útiles" Dice Effiro, revisando su bolsa espacial.
-"Ven aquí, serpiente, me apetece una buena sopa para comenzar el día" Dice Effiro, sacando la serpiente de su bolsa espacial.
Después de quitar todas las escamas de la serpiente y arrancar sus colmillos, Effiro sacó un pequeño cuenco de madera con algunas deformidades, lo llenó de agua del río y lo puso a hervir en una pequeña fogata que hizo a toda prisa. Luego echó unas cuantas yerbas y bayas silvestres y esperó unos minutos para poner el cuerpo de la serpiente.
-"Creo que es momento de investigar este amuleto. Mi padre ni siquiera me dijo su nombre ni lo que hace, así que no me queda otro remedio que probarlo" Effiro sostiene el amuleto en sus manos mientras lentamente extiende su energía vital, introduciéndola en el amuleto.
Unos segundos después, Effiro se encuentra en un espacio negro, cubierto por una niebla grisácea. En el suelo se encontraba una representación del ojo del colgante, y la pupila brillaba siniestramente, añadiendo aún más inquietud al oscuro ambiente.
-"¿Que es este lugar? Es tan tétrico..." dice Effiro, revisando los alrededores con una mezcla de curiosidad y, en menor medida, nerviosismo.
-"Supongo que lo importante aquí es esta representación del amuleto, si no, no sería lo único que hay aquí. Tal vez con un poco más de energía vital..." Effiro vuelve a extender su energía vital, introduciéndola en la pupila del ojo, el cual emitió un brillo negruzco al sentir la energía.
En ese momento todo el ojo pareció iluminarse, envolviendo todo con una luz cegadora que obligó a Effiro a cerrar los ojos.
Cuando Effiro al fin pudo abrir los ojos, se encontró con una tableta de oro colocada en un pequeño pedestal situado en la pupila.
-"¿Que... que acaba de pasar? ¿Que es esto?" Se pregunta Effiro, acercándose al pedestal, su corazón latiendo de emoción mientras extiende sus manos hacia la tableta de oro, sosteniendola con reverencia mientras lee su contenido.
Cuando Effiro terminó de leer la tableta varios minutos después, su rostro revelaba una mirada de sorpresa.
-"¿Que es esto? Este amuleto tiene una habilidad protectora, pero no sólo soy incapaz de desarrollarla o de entendela, sino que tiene también varias capacidades más que aún me son desconocidas. ¿Quién era mi madre?" Se pregunta Effiro.
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Cuando la conciencia de Effiro salió del espacio del amuleto, ya se había apagado el fuego. La sopa de serpiente estaba tibia y aún conservaba suficiente calor para poder ser disfrutada, algo que Effiro agradeció, pues se encontraba hambriento después de haber estado investigando el amuleto durante un tiempo indefinido, que podría haber sido perfectamente más de una hora.
Después de disfrutar de una nutritiva y deliciosa sopa de serpiente, la energía vital de Effiro no sólo se había recuperado, sino que había aumentado ligeramente, llevándolo un paso más cerca del reino de guerrero espiritual.
Saboreando aún los restos de sabor que quedaban en su boca, Effiro se levantó del suelo, preparándose para un entrenamiento. Después de todo, los monstruos no van a venir solos. Y tal vez tenga la oportunidad de encontrar alguna serpiente en una etapa de cultivo más elevada para tener algo más para comer. Ahora la serpiente es su comida favorita.
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Wair era un bastardo.
Sharp tenía que reconocer que en parte era su culpa por seguirle, pero eso no quitaba que fuera un bastardo.
Lo único que hacía era usarles como carne de cañón, distrayendo a los enemigos para que él dé el golpe final.
Sabía que su puntuación no era tan alta, al igual que los otros jóvenes del grupo, por lo que quería hacerla subir.
Si tan solo pudiera abandonar el grupo...
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-"Solo necesito encontrar unos monstruos más y podemos descansar, amigo" decía la chica de pelo blanco, con su cuco posado en la cabeza.
-"Solo quedan veinte días. Espero que podamos entrar en la secta. Es mi mejor opción para estar segura de esos bastardos..."
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Effiro no tuvo tanta suerte.
Tal vez no consiguió una serpiente, pero un jabalí también estaba bien.
Después de prepararse un estofado con los vegetales que encontró y disfrutar de su comida, Effiro decidió que era hora de centrarse en los materiales que tenía.
Los monstruos tenían materiales útiles para la fabricación de artefactos y medicinas mágicas. Y Effiro estaba rodeado por muchas, muchísimas plantas. Algunas de ellas mágicas.
Si tan solo tuviera un martillo y un trozo de metal...
Pero ni siquiera tenía eso.
Lo que sí tenía era escamas de serpiente de sol, resistentes, de un hermoso color amarillento y con una resistencia a las altas temperaturas. También tenía algunos materiales de bajo nivel, todos ellos en su mayoría inútiles en ese momento.
Sin embargo, aún tenía algunos útiles.
Entre ellos, las bayas de dragón dorado, hermosas bayas silvestres de un color naranja miel. Eran capaces de recuperar el cuerpo de las heridas, pero no tenían una capacidad curativa muy alta y debía juntarse con otras sustancias o tomarse en mayor cantidad para que su efecto curativo sea decente.
Después de hacer repaso del inventario de materiales mayoritariamente inútiles que tenía, Effiro se puso en marcha, preparado para enfrentarse a algún desafortunado monstruo
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Lo encontró bastante rápido. En sí, la bestia era horrible. Su aliento caliente, húmedo y almizclado golpeó el rostro de Effiro antes de que se alejara varios pasos, esquivando por unos pocos centímetros las garras curvas que anhelaban destrozar su pecho.
La criatura era un wendigo.
En las cuencas oculares del cráneo de ciervo tenían puntos de luz amarillenta, dándole la apariencia de pupilas, las cuales parecían fijas en él, mirandolo con un hambre voraz.
Con un gruñido bajo, el wendigo volvió a la carga, impulsando su cuerpo increíblemente delgado con una fuerza inhumana, cargando hacia Effiro, mostrando sus dientes afilados y su lengua babeante mientras volvía a extender sus garras.
El corazón del wendigo brillaba de un color azul, siendo visible aún a través de las capas de carne, hueso y pelaje que lo intentaban ocultar. El corazón era su punto débil, un lugar al que los brujos preferían atacar para acabar con la vida de estos monstruos rápidamente.
Effiro detuvo las garras del wendigo con la hoja de su espada, ladeando la cabeza para evitar que esos asquerosos colmillos se clavasen en su cuello impoluto. En cambio, se clavaron en su hombro, agujereando su túnica, hundiéndose en su carne y manchando la tela negra con sangre.
Un gruñido bajo de dolor salió de la boca de Effiro mientras sentía un escozor en la herida.
Estaba infectada.
El líquido carmesí manchaba los dientes del wendigo, deslizándose y goteando, dándole una imagen aterradora.
El wendigo volvió a la carga, sus garras cortando hacia abajo con el objetivo de atravesar su cabeza.
¿Pero como podía permitir Effiro que le eliminasen de la prueba?
Effiro levantó la espada, evitando las garras. Sin embargo, no se libró sin consecuencias. Un dolor agudo atravesó su cerebro al forzar el hombro herido a levantar la espada y sostener el golpe.
Effiro pateó el estómago del wendigo, alejandolo varios metros mientras recupera la compostura, haciendo circular la energía vital al hombro para mitigar el dolor.
El wendigo atacó con las garras al frente y la boca abierta, pero Effiro, ligeramente recuperado del dolor y ya conociendo ese truco, se echó a un lado y posicionó la espada frente a la boca del wendigo.
Cuando el wendigo quiso darse cuenta, la espada de Effiro ya estaba incrustada en su mandíbula.
La sangre cayó de la boca del wendigo mientras la espada se separaba de él, su cabeza mirando hacia el cielo mientras soltaba un gruñido de dolor.
Effiro aprovechó, y con pasos rápidos, llegó frente al wendigo antes de que este pudiera reaccionar, hundiendo su espada hasta la empuñadura en el pecho del wendigo, directo en el brillo azul que era el corazón.
Unos segundos después, los gruñidos del wendigo se detuvieron y su cuerpo cayó de espaldas, golpeando el suelo con un sonido sordo.
Un segundo sonido reverberó cuando Effiro se dejó caer al suelo, sacando el cuenco y las bayas de dragón dorado de su bolsa espacial.
Machacó las bayas con una piedra y las juntó con otras plantas mágicas hasta formar una pasta. Luego untó esa pasta de olor dulzón en la herida del hombro.
Luego, comenzó a despellejar el cuerpo del wendigo, quitándole el pelaje, las garras y el cráneo con la espada.
Se confeccionó una túnica primitiva con su pelaje grisáceo y guardó su desgarrada túnica negra en la bolsa espacial, junto a las garras.
También se hizo una máscara primitiva con su cráneo, dándole un aspecto salvaje.
El wendigo estaba en la octava etapa de recolección de energía vital, por lo que los objetos hechos con los materiales de su cuerpo eran mucho mejores.
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Siete días han pasado.
El hombro de Effiro se ha recuperado casi por completo gracias a la infusión de energía vital y la pasta de plantas mágicas.
Aún así, una sensación incómoda permanecía en su hombro.
Durante estos días, se centró en curar la herida y cazar monstruos, consiguiendo un total de trescientos sesenta y siete puntos.
Effiro se levantó del suelo, listo para una nueva batalla después de desayunar.
Después de unas horas buscando monstruos, Effiro se encontró con otro enemigo.
Este monstruo era como un ser humano, pero sus ojos tenían esclerotica negra e iris amarillo. Sostenía una hermosa espada, bellamente decorada, la cual tenía la hoja cubierta con runas nórdicas. Un brillo carmesí cubría la espada, como una especie de niebla etérea de ensueño.
Este monstruo no es otro que un nibelungo.
Los nibelungos son conocidos por ser criaturas relacionadas con los enanos, con unas sofisticadas técnicas de creación y refuerzo de artefactos y una inteligencia igual a la de los humanos.
Este en específico tenía un cultivo en la décima etapa de recolección de energía vital, y su espada era superior a las espadas normales, potenciada por el poder de las runas y una extraña fuerza que la cubría con esa aura carmesí.
Su cuerpo estaba cubierta por una armadura de cota de malla hecha de un metal de color negruzco. Su cabeza estaba libre de cualquier pieza de armadura y llevaba un saco espacial en la cintura.
Effiro pensó en darse la vuelta y huir del peligro, pero un repentino pensamiento asaltó su mente, ¿acaso no era esta una gran oportunidad? Si gana, puede conseguir una armadura para reforzar su defensa y una espada mucho mejor que la que tenía, además de los tesoros que podrían haber en el saco espacial, por no hablar de los puntos que podría conseguir al matarlo. Y si perdía, no moriría y podría entrar igualmente en la secta, por lo que ganaba igualmente.
Con ese pensamiento en mente, Effiro se lanzó contra el nibelungo. Este entrecerró los ojos y bloqueó el ataque entrante con su espada, dejando una muesca en la hoja de Effiro.
Ambos contrincantes retrocedieron varios metros antes de detenerse y mirarse, listos para actuar en caso de que el contrario decidiera actuar.
El primero en actuar fue el nibelungo, que se lanzó contra Effiro con un corte lateral, el cual Effiro bloqueó a duras penas, recibiendo otra muesca en la hoja de la espada a cambio.
Effiro aprovechó para patear el estómago del nibelungo, haciéndolo tambalearse hacia atrás, permitiendole lanzar una estocada contra el pecho del nibelungo.
Sin embargo, la espada rebotó cuando entró en contacto con la cota de malla, mellando la punta de la espada y enviando a Effiro unos pasos hacia atrás.
El nibelungo se lanzó de nuevo contra él, lanzando una estocada que rozó la nueva túnica de Effiro, creando un pequeño corte en el pelaje grisáceo de esta.
Effiro golpeó al nibelungo con el mango de la espada en la cabeza, haciéndolo retroceder. Se lanzó contra el nibelungo pero este detuvo el corte y pateó el estómago de Effiro, golpeando luego su pecho con un puñetazo y mandándolo contra un árbol.
El árbol crujió y se desplomó, haciendo volar astillas mientras Effiro se levantaba.
El nibelungo no le dio tiempo a Effiro y lanzó un corte directo a la cabeza, el cual Effiro intentó esquivar, recibiendo un corte en la mejilla.
El nibelungo procedió a contraatacar, pero Effiro liberó una ráfaga de fuego, alejandolo de él y dándole tiempo suficiente para reacomodarse.
El nibelungo volvió a la carga con tres cortes de humo negro, que parecían capaces de absorber la luz a su alrededor.
Los cortes se acercaron a gran velocidad, pero Effiro los bloqueó con tres cortes de fuego, que parecían purificar la oscuridad y someter el mal.
Ambos se lanzaron contra el otro, golpes de espada resonando en el bosque mientras continuaban con su feroz lucha.
De repente, con un sonido agudo, la espada de Effiro fue cortada por la mitad por la espada del nibelungo, enviando fragmentos de metal por los aires.
'¿Que clase de poder es este? Tan poderoso... pero aún no me he rendido. Mi cuerpo es un arma... ¡espera! Si los ataques cortantes y perforantes no pueden pasar a través de la cota de malla, ¿eso no significa que los ataques contundentes si podrían atravesar la defensa? En ese caso... ¡juego con ventaja!'
Effiro esquiva un corte del nibelungo, el cual le hace un corte en un costado, pero Effiro hace caso omiso del dolor, golpeando al nibelungo en el pecho y haciéndolo retroceder varios metros.
Antes de que el nibelungo pueda recuperarse, Effiro golpea al nibelungo en el estómago y le lanza una patada directa al pecho, haciéndolo retroceder varios metros más.
Sin embargo, el nibelungo está vez se recupera rápidamente y lanza un corte de oscuridad hacia Effiro, pero este lo detiene con la mano cubierta de fuego y se acerca al nibelungo, deteniendo todos sus ataques.
Cuando Effiro está frente a él, le lanza un golpe ascendente en la barbilla y lo golpea en el estómago con una patada, derribandolo, para luego agarrar del pie su figura caída y lanzarle contra un árbol.
Mientras el nibelungo se ponía de pie, Effiro le golpea en el rostro, volviéndolo a derribar mientras le levanta por el cuello y lo estrella contra el suelo.
Después de eso, Effiro sostiene en su mano un fragmento de su espada, el cual se clava en su mano mientras apunta a su cuello.
Pero antes de que pudiera reaccionar, el nibelungo le pateó en el estómago, consiguiendo tiempo suficiente para levantarse.
El primero en atacar fue el nibelungo, que lanzó un corte frontal a Effiro el cual lo desvío con su mano envuelta en fuego.
El nibelungo aprovechó el desvio de la espada para tratar de golpearle con el mango, pero Effiro bloqueó el golpe con el antebrazo y derribó al nibelungo con un barrido de piernas.
Sin embargo, el nibelungo no estaba dispuesto a rendirse, por lo que rodó por el suelo para evitar un golpe de Effiro y se levantó de un salto.
El nibelungo lanzó una patada a Effiro en la cabeza, obligándole a protegerse. Pero en el último momento, el nibelungo desistió en el ataque y lanzó un corte al estómago de Effiro, sin darle tiempo a reaccionar.
Effiro se alejó del nibelungo con un corte sangrante en la zona del estómago. A pesar de que el corte fue hecho muy cerca, Effiro logró alejarse lo suficiente como para evitar una herida profunda.
Aún así, era doloroso y obligaba a Effiro a canalizar su energía vital para aliviar el dolor y acelerar el proceso regenerativo.
El nibelungo volvió a atacar a Effiro, pero él creó una cortina de fuego, haciéndole retroceder y permitiéndole esconderse fuera de su línea de visión.
Mientras el nibelungo escrutaba dentro del fuego, Effiro emergió rápidamente de esta, conectando un golpe con el rostro del nibelungo y golpeándolo múltiples veces en los hombros, rodillas, estómago y pecho, derribandolo y permitiéndole dominar al nibelungo, que se encontraba adolorido e indefenso.
Effiro agarró la muñeca de su rival con fuerza, obligándole a soltar su arma mientras emitía un pequeño gemido de dolor.
Aprovechando que el nibelungo estaba indefenso, Effiro sacó de nuevo el fragmento de la hoja de su espada, apuntando a la yugular de este, antes de bajar con fuerza el fragmento metálico y salpicarse con sangre.
Gritos de dolor escaparon de la boca del nibelungo, que rápidamente fueron ahogados por la sangre que salía de su cuello, hasta que su cuerpo dejó de revolverse y su corazón dejó de bombear.
Solo cuando confirmó que el enemigo estaba muerto, Effiro se atrevió a bajarse de este, tratando sus heridas lo mejor que pudo, vendandolas con trozos desgarrados de su antigua túnica negra.
Después de encargarse del problema, Effiro posó su mirada en el cuerpo inerte del nibelungo.
Tardó unos minutos en lograr quitar la cota de malla del cadáver, pero cuando lo consiguió, se la puso debajo de la túnica de wendigo, sintiendo el peso de esta, que sorprendentemente era más ligera de lo que parecía.
Luego recogió la espada rúnica del suelo y admiro cada detalle de esta, cada runa, cada grabado, el filo y ese extraño brillo neblinoso de color carmesí que le daba un aire tan inquietante.
Al final, recogió la bolsa espacial de la cintura del nibelungo y revisó su interior, sintiéndose feliz al descubrir dentro materiales para crear artefactos y medicinas mágicas, varias medicinas mágicas, algo de comida y técnicas de fabricación de artefactos y medicinas mágicas.
Effiro reviso superficialmente las técnicas, pero una de ellas llamó su atención.
-"¿Refuerzo de sangre? ¿Que tipo de técnica de refuerzo de artefactos es esta?" Effiro la revisó con curiosidad, y después de unos momentos, la guardó, sorprendido.
-"Una técnica para reforzar artefactos usando sangre... algo como esto es extremadamente valioso, no me extraña que esa espada cortase la mía tan fácilmente. Sin duda, es algo que debo probar. Por desgracia, no tengo nada aparte de mi cuenco que me permita recoger la sangre del nibelungo para probar esta técnica. Solo puedo ser paciente" Effiro suspira, maldiciendo por no haber traído un caldero para poder probar esta tecnica.
Después de varios minutos de forzar el cadáver a entrar en la bolsa espacial, Effiro sacó unas cuantas píldoras pertenecientes al nibelungo para poder curar sus heridas.
Con todo hecho, miró a su alrededor, viendo un área calcinada, algún árbol roto y unos cuantos cráteres de pequeño tamaño. Realmente fue una batalla dura.
Con un suspiro, se alejó de aquel lugar antes de que llegasen invitados indeseados.
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-"¿Que demonios ha sido eso?" Pregunta Sharp, sorprendido por la nube de fuego que se había elevado del bosque unos minutos antes.
-"¿Por qué no vamos a averiguarlo?" Pregunta Wair, con una sonrisa engreída en su rostro. "Una nueva presa nos espera"
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-"Amigo, ¿que tal si hechas un pequeño vistazo por mi? Creo que esto podría ser interesante" le dice la chica peliblanca a su cuco, recostandose contra un árbol mientras ve al cuco emprender el vuelo, en dirección al lugar en donde se alzaron las llamas.
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Effiro se había alejado tres kilómetros del campo de batalla para evitar compañía no deseada, pero aún así, sentía que había algo vigilandole. No sentía peligro por su parte, pero no podía evitar sentir un escalofrío al pensar en cualquiera de los seres aterradores que le podría haber seguido hasta allí.
Apartando ese pensamiento de su cabeza por el momento, Effiro se concentró en hacer una fogata. Estaba comenzando a oscurecer, y eligió específicamente un área cubierta por las copas de los árboles en su casi totalidad con la esperanza de evitar que el brillo del fuego atraiga a monstruos o brujos.
Una vez que terminó de preparar la fogata, sacó el pequeño cuenco de madera que tenía guardado en la bolsa espacial y comenzó a preparar un estofado. Esta vez se decidió por mezclar varios tipos de carne, con tal de darle un sabor más interesante a la comida.
Mientras comía, repasaba los sucesos de ese día. Sin duda, había sido un día demasiado movido. Ahora al menos tenía la oportunidad de relajarse un poco y disfrutar de una buena comida.
Un movimiento en la rama de un árbol llamó su atención, y se giró para fijar su mirada en el horrible ser que le estuviera vigilando desde allí... para encontrarse con un cuco que le miraba con unos ojos llenos de curiosidad.
Effiro soltó un suspiro de alivio, relajándose al ver que solo era un pequeño pájaro curioso. Al menos no era un monstruo horrible.
El pájaro miraba intensamente el cuenco entre las manos de Effiro, como si fuera el tesoro más valioso que hubiera visto en su vida.
Effiro se dio cuenta de esto y tendió el cuenco en dirección al cuco. "¿Quieres esto, pequeño? Adelante, come un poco" dice Effiro con una pequeña sonrisa.
El pájaro se acercó al borde de la rama con saltos vacilantes, antes de armarse de valor y bajar de la rama, posándose en el borde del cuenco mientras hundía la cabeza en este y comenzaba a devorar su contenido.
La sonrisa de Effiro se volvió amarga al ver el cuenco vacío en sus manos
"¿No crees que es suficiente, pequeño? Comer tanto no es bueno para seres tan pequeños como tu" le dice Effiro al cuco.
El cuco hizo un sonido que Effiro estaba bastante seguro de que trataba de mostrar su insatisfacción mientras le golpeaba con el pico en el dedo, haciéndole soltar el cuenco mientras el cuco batía sus alas y se posaba en el suelo.
-"¡Maldita alimaña! Encima que te alimentó..." se queja el peliverde mientras se agacha y recoge el cuenco.
El cuco respondió con una serie de sonidos de suficiencia, como si acabase de demostrar su supremacía con ese picotazo.
-"¿Qué miras? Ya te has comido todo mi estofado. Si quieres más, ven mañana a las ocho, si es que sabes como calcular las horas con el sol. Tengo planeado avanzar hacia el norte." Dice Effiro de manera explicativa, como si no estuviera hablando con un animal.
El cuco pareció entenderlo, cabeceando antes de emprender el vuelo y desaparecer en la oscuridad de la noche.
Effiro suspiró, envolviendose en la túnica grisácea y recostandose en el suelo, cerrando los ojos y cayendo en los brazos de Morfeo.
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Al día siguiente Effiro se despertó pensando que el cuco no volvería. Casi deseaba que fuera sólo un animal con un poco de inteligencia. Hasta que le oyó llegar.
El cuco se posó en la tela de la túnica que cubría su cabeza, haciendo sonidos de molestia mientras saltaba y le clavaba las pequeñas garras de sus patas.
El peliverde se desembarazó de la túnica, vistiendose con ella rápidamente mientras se apresuraba a recoger madera y encender una nueva hoguera.
Sacó varios trozos de carne y vegetales, colocándolos en el cuenco y dejando que se cocieran. El cuco miraba a Effiro trabajar mientras hacía ruidos de satisfacción.
Unos minutos después, el cuco tenía la cabeza metida hasta el fondo en el cuenco mientras Effiro veía con amargura en su corazón.
Cuando el cuco terminó, Effiro preparó otro estofado para poder disfrutar de un desayuno, apartando al pájaro glotón que trataba de hundir su cabeza también en su comida.
Una vez que terminó su desayuno se puso en pie, listo para irse.
-"Adiós, pequeño glotón. Vete. Sé libre. Pero no me sigas todo el camino, por favor." Effiro hecho a andar, perdiéndose en las profundidades del bosque mientras el cuco lo veía alejarse con una mirada penetrante, fijando su dirección antes de alzar el vuelo y desaparecer en el cielo distante.
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Lo último que Effiro pensó es que se encontraría ese día con otro brujo. O, más bien dicho, bruja.
Tenía el pelo blanco, con una túnica negra y morada. En su mano derecha sostenía una guadaña que emitía un fulgor plateado, y en su cabeza estaba posado un cuco demasiado familiar.
-"¿Quién eres y por qué tienes ese cuco?" Pregunta Effiro con desconfianza.
-"¿Yo? Mi nombre es Aven, y supongo que tú eres el que creó esa nube de fuego. Creo que sería interesante luchar contra ti" Responde la peliblanca con una sonrisa, su ojo izquierdo brillando con una luz antinatural mientras el aire se deforma a su alrededor.
En un instante, entre ellos dos aparecieron no muertos. Una gran cantidad de no muertos, armados y listos para luchar.
Effiro tomó la iniciativa, lanzándose contra el grupo de no muertos, sacando su nueva espada.
Se abrió paso a través de la masa de zombis que se encontraba frente a él, cortando y apuñalando. Cuando el último de los cadáveres cayó al suelo con un ruido sordo, Effiro se giró para mirar a Aven.
Aven se había adelantado a él, y cuando se giró, la hoja de su guadaña se encontraba a unos pocos centímetros de su rostro. Reaccionando rápidamente, esquivó el corte, preparándose para el próximo ataque.
El segundo ataque no tardó en llegar. Puso su espada frente a él, recibiendo el impacto del arma enemiga. Lo que sorprendió a Effiro fue la debilidad del golpe, que fue incapaz de moverle, incluso si no se esforzó.
-'¿Es tan débil? Su cultivo a de estar apenas en la primera etapa de recolección de energía vital. Un ataque como ese debería ser incapaz de dañarme. ¿Cómo es posible entonces que haya durado tanto tiempo? Debe de tener algún truco bajo la manga'
Desvió el golpe de guadaña, abriendo una apertura por la que pateó el estómago de Aven, mandandola hacia atrás y dejándola en el suelo.
-'Su resistentes también es débil. Sin duda, su cultivo es demasiado bajo. Esto sólo alimenta mis sospechas'
Effiro caminó hacia ella con paso lento, posicionándose frente a su figura caída y apuntandola con su espada.
-"Necesitas algo mejor que eso para hacerme frente, chica" dice con un tono serio, apretando su agarre en la espada.
-"Vaya, creo que se me está subiendo el ácido" responde ella, con una gran sonrisa que en cualquier momento habría sido algo que admirar, pero en ese instante la hacía parecer tétrica.
-"¿Qué?" A Effiro solo le dio el tiempo justo a terminar su pregunta cuando Aven abrió la boca y una masa de ácido salió disparada de ella en dirección a su rostro.
Se echó hacia atrás de un salto, poniendo su mano frente a él y liberando una ráfaga de fuego, que evaporó el ácido, dejando un rastro de vapor de olor acre.
-"Espero que no te hayas decepcionado mucho, chico" dice ella, con su gran sonrisa tétrica y su ojo brillando con esa luz antinatural.
Ella extendió sus manos en dirección a Effiro, liberando dos columnas de llamas en dirección a él. Effiro usó su pirokinesis para protegerse, acercándose a ella cada vez más.
Aven dejó de disparar llamas, lanzándose inesperadamente contra Effiro y tocando su mano. Al contacto con ella, los músculos del brazo de Effiro se tensaron y su piel se abrió.
Effiro se sorprendió ante la aparición de esas heridas, canalizando su energía vital en ellas para regenarlas lo mejor posible.
Rápidamente volvió a la carga, esquivando un rayo de energía que le provocó un pequeño escalofrío y acercándose a ella de nuevo, golpeando su rostro con la cara plana de la espada y volviendola a dejar tirada en el suelo..
-" He de admitir que eres... interesante. Sin duda eres talentosa. El simple hecho de poder darme batalla con tu etapa actual demuestra tu talento" Effiro elogió, sorprendido por la capacidad mágica de Aven.
-"¡Gracias! Por cierto, todavía no me has dicho tu nombre" responde ella con su gran sonrisa tétrica.
-"Mi nombre es Effiro. Encantado de conocerte" responde él, ofreciendola su mano para ayudarla a levantarse.
-"Igualmente, Effiro. No conozco a mucha gente, ¿sabes? Me gustaría hacer amigos"
-"Yo no tengo ningún amigo, así que encantado de conocerte, amiga" Effiro responde con una cálida sonrisa.
Aven suelta un pequeño grito de emoción, lanzándose contra Effiro en un abrazo que lo tira al suelo.
-"Tranquila, no es para tanto" responde Effiro, incapaz de ocultar la sonrisa de felicidad que florecía en su rostro.
El momento fue interrumpido por una serie de sonidos molestos que Effiro identificó como el cuco que había devorado su estofado el día anterior.
-"Entonces, ¿ese cuco es tu mascota?"
Aven le tapó los oídos al cuco, como si tratará de protegerlo de algo.
-"Él no sabe que es un cuco. Cuando lo encontré, él estaba en un nido de cuervos. Como era muy pequeña, no sabía que no era un cuervo y lo crié como tal" ella explicó.
Después de eso, un silencio incómodo cayó entre ambos, hasta que Effiro decidió romper el hielo.
-"Bueno, supongo que tienes hambre. Me pondré a hacer algo de comer"
-"No tengo tanta hambre, no hace falta que me hagas algo de comer"
-"Entonces te haré un cuenco para que podamos comer los dos"
Effiro se fue a buscar madera mientras Aven se sentaba en el suelo, perdida en sus pensamientos.
Unos minutos después, Effiro volvió con un poco de madera y se sentó al lado de Aven, comenzando a tallar un cuenco con uno de los fragmentos de metal de su antigua espada.
Debido a su experiencia previa en tallar cuencos de madera, Effiro hizo un cuenco mucho mejor que el suyo. Tenía algunas pequeñas deformidades, pero era lo suficientemente liso como para evitar que Aven se clave alguna astilla.
-"Aquí tienes. Ahora al menos podemos comer los dos a la vez"
-"Muchas gracias" Aven le dedicó una gran sonrisa. Ahora que no estaban luchando, esa sonrisa era mucho más bonita, pero aún era algo inquietante.
Effiro comenzó a preparar una fogata y a encender un fuego, preparando estofado para ambos. Cuando estuvo listo, le tendió el cuenco nuevo a Aven.
-"Está bastante bueno este estofado, Effiro"
-"Gracias. Le falta algunos condimentos,
pero me las he tratado de apañar como pude"
-"Cuéntame algo sobre ti, por favor" dijo Aven, suplicandole a Effiro con la mirada.
-"¿Algo sobre mí? No tengo mucho que decir. Mi madre desapareció cuando tenía 5 años y no me acuerdo mucho de ella. Soy un solitario que no tiene ningún amigo, al menos hasta ahora. Ese tipo de cosas" respondió Effiro con un tono aburrido.
-"Lo siento"
-"¿Por? No es culpa tuya. No hace falta que te disculpes. De hecho, podrías contarme también algo sobre ti"
-"Bueno... mis padres me dieron un reloj de bolsillo dorado. Me dediqué a la magia del caos, en específico con lo relacionado a la nigromancia. Enterré a los padres de un chico. Adopté a un cuco pensando que es un cuervo. Tampoco es muy interesante mi vida" Aven le contó a Effiro, tapandole los oídos al cuco.
En este mundo existen varios tipos de magia. Cada tipo de magia tiene a un tipo de brujo que la aprende e investiga. La magia del caos es de hecho uno de los tipos de magia que más libertades ofrece a quienes la aprenden, pero también es la más difícil, pues, a pesar de que le permite crear a uno sus propios hechizos, se basa en el conocimiento del brujo, por lo que uno no puede crear un hechizo a no ser que sepa sentar las bases del hechizo y hacerlo funcional.
-"Bueno, ¿que te gusta?" Le pregunta Aven a Effiro, rompiendo el hielo.
-"Me gusta leer, cultivarme, aprender sobre magia y luchar. ¿Y a ti?
-"A mi me gusta crear nuevos hechizos, explorar, aprender, etc"
-"Te pareces bastante a mí" Effiro dijo, riéndose mientras coge el cuenco de madera. "Brindemos por esta nueva amistad"
-"¡Sí!" Aven levantó también su cuenco, golpeandolo ligeramente contra el de Effiro, mientras ambos comían y reían, hablando entre ellos y conociéndose mejor.
Así estuvieron, hasta que cayó la noche y el cuco comenzó a molestarse debido a como su dueña y ese hombre se habían olvidado de su presencia, posandose entre ambos y emitiendo ruidos molestos.
Ambos dejaron de hablar, mirando al cielo y dándose cuenta de que el cielo se estaba tiñendo de un color anaranjado.
Se miraron y se sonrojaron de vergüenza al notar que habían pasado horas enteras hablando entre ellos. Después de unos instantes, Effiro se aclaró la garganta antes de hablar.
-"Voy a buscar un poco de leña. Enseguida vuelvo. Effiro dijo, levantándose rápidamente y dirigiéndose al bosque.
El cuco miró sospechosamente a Aven, alternando entre ella y Effiro.
-"¿Qué? ¿Que pasa? preguntó Aven, poniéndose nerviosa por la mirada interrogatoria de su compañero alado.
Por toda respuesta, el cuco hizo una serie de sonidos interrogatorios mientras continuaba alternando su mirada entre ambos.
El rostro de Aven se sonrojó, mirando al pájaro mientras agitaba sus manos frente a ella.
-"¡No! ¡no es eso! Solo somos amigos, ¿vale? Además, solo lo conozco de hoy" responde nerviosa a su cuco.
Antes de que el cuco pudiera abrir el pico para responder con otro comentario vergonzoso que solo Aven podría entender, llegó Effiro, cargando con varios troncos y ramas en sus brazos.
-"Bueno, ya estoy de vuelta. ¿Que te pasa, Aven? ¿Estas bien? Estas demasiado roja" Pregunta Effiro, dándose cuenta del sonrojo que aún permanece en el rostro de la peliblanca.
-"Si, si, estoy bien. No es nada" respondió ella, tratando de calmarse. Por suerte, Effiro no cayó en el tópico común de las novelas de poner su mano en la frente de la chica sonrojada y hacer que se sonroje más. Por suerte o por desgracia.
Effiro se dio la vuelta y comenzó a trabajar en utilizar las carnes y vegetales sobrantes para hacer más estofado. En circunstancias normales, Effiro tendría suficiente para durar un día más con los recursos que tenía, pero el hecho de tener ahora a una chica con él hacía que la cantidad de recursos gastados sea mayor. Y también estaba el cuco, un factor no menos importante. Por lo menos ahora tiene alguien para conseguir más recursos.
Cortó trozos de carne de pequeño tamaño, metiéndolos en los cuencos llenos de agua y vegetales, removiendo de vez en cuando y añadiendo algunos ingredientes más cada cierto tiempo.
En cierto momento Effiro se giró y le lanzó un trozo de carne al cuco para que dejase hacer sonidos molestos por un rato, dándole a Aven, sin saberlo, algo de tiempo para recuperarse de todas las cosas vergonzosas que el cuco la decía.
Aunque eso no pudo impedir que el cuco volviera a la carga contra la única persona que le entendía, haciendo que el rostro de Aven se volviera tan rojo que cualquiera pensaría que toda la sangre de su cuerpo se había concentrado en él.
Realmente ese cuco parecía tener una lengua muy afilada.
Pasado un tiempo, Effiro se dio la vuelta, inconsciente de todo lo que había pasado a sus espaldas durante ese tiempo. Lo cual seguramente sería lo mejor, pues si él supiera un cuarto de lo que el cuco dijo, seguramente su corazón se aceleraría tanto que tendría un infarto.
Effiro le tendió un cuenco a Aven, y ambos disfrutaron de una deliciosa cena, aún mejor por el hecho de que ya no estaban solos en esta prueba.
De hecho, ya no estarían solos en este gran y peligroso mundo. Nunca más.