—¡El aura abrasadora del puño descendió del cielo!
Llevaba llamas azules como un meteorito, quemando todo lo que cruzaba su camino y rasgando espacios más profundos, dejando tras de sí un rastro negro. ¡El poder disperso en el borde del aura del puño ya había abierto el quinto espacio!
—¡Qué técnica de puño tan aterradora! —exclamó alguien.
—¡Increíble! Siento que se me queman los ojos —comentó otro.
—¿Puede sobrevivir este continente a eso? —preguntó alguien más.
Algunos estaban incluso preocupados, pensando que el vasto continente podría no ser capaz de resistir el puñetazo.
El puñetazo era simplemente demasiado espantoso; se sentía como el golpe imparable de una deidad majestuosa, ¡uno que podría quebrar los cielos!
—¡Señor Su! —gritó una voz.
—¡Mi señor! —exclamaba otro.
—No puede resistirlo, es imposible. Se acabó... —dijo alguien con desesperanza.
