—Un tigre blanco, un dragón verde, un fénix rojo y una tortuga negra, todos exudando el poder del sexto rango. Sin embargo, el tamaño de estas estatuas no refleja el de las especies que quieren representar —Noah pensó mientras estudiaba los títeres.
Esas estatuas tenían todas siete metros de altura, una estatura que cualquier dragón y la mayoría de los tigres superarían una vez alcanzado ese nivel.
Las líneas que cubrían sus cuerpos brillaban con una luz cegadora y desprendían una presión sofocante, pero no se lanzaron al ataque contra el grupo de cultivadores heroicos.
Simplemente se limitaban a rodear a Noah y los ancianos y mirarlos con sus ojos sin vida.
Ese estancamiento continuó por un tiempo.
El grupo de Noah no se atrevía a moverse ya que incluso la más leve acción podría desencadenar reacciones no deseadas, y las bestias tampoco daban un paso adelante.
Era como si su trabajo solo fuera contener cualquier amenaza externa.