—La prueba aún no ha comenzado y ya he hecho algunos enemigos, mi suerte siempre es increíble.
Noah se volvió hacia el comerciante.
—¿Qué más vendes? —preguntó.
El hombre sonrió y sacó una bolsa de su espalda, abriéndola frente a Noah.
—Oh, vendo muchas cosas, ¡joven maestro! Desde armas especiales hasta maravillosos talismanes. Además, tengo muchas drogas que te ayudarán mucho durante la prueba.
Noah miró los productos pero no pudo ver nada valioso.
Negó con la cabeza y despidió al comerciante, luego reanudó su inspección de los alrededores con los ojos cerrados.
Con el paso del tiempo, más personas llegaron detrás de él y silenciosamente se pusieron en fila.
El joven noble de la familia Muwlos continuó mirando en su dirección y Noah sintió su mirada sobre él.
Sin embargo, simplemente lo ignoró y continuó con la línea.
Las caravanas llegaban sin cesar, aumentando el tamaño de la multitud frente a las puertas de la ciudad.
