"Noah estaba interesado y le hizo un gesto a Thaddeus para entrar en su alojamiento.
Necesitaba créditos y estaba más que ansioso por tomarse un descanso de la monotonía de la vida en la academia.
Thaddeus se sentó en la cama rota y sacó una pequeña jarra que exudaba el aroma del dulce vino.
Lo vertió en dos vasos y le entregó uno a Noah.
Noah lo aceptó con gusto, pero antes de que pudiera probar el vino, la puerta de la habitación vacía se abrió, mostrando a Ivor que miraba fijamente la jarra en las manos de Thaddeus.
—Hace mucho tiempo que no veo el vino del río Melocotón —dijo Ivor.
Los ojos de Thaddeus se agudizaron al verlo.
—Ivor, pensé que finalmente te habías resignado a transmitir esa locura que llamas método de inscripción —dijo Thaddeus.
Noah suspiró y le pasó su vaso a Ivor.
Thaddeus vio ese gesto y sus ojos se abrieron con comprensión.
—¿Es él tu Maestro? ¿Es la razón por la que no escogiste mi curso? —preguntó Thaddeus.
