—Lin Yuan, quien estaba en la isla desierta, sintió el peso de los dos pequeños cristales que descansaban en el centro de su palma —murmuró para sí—. Una ola de angustia lo inundó.
—Sería un desperdicio si no aprovechara semejante tesoro.
—Lin Yuan levantó uno de los cristales.
—Destellos de azul flotaban en el marfil cegador, mientras las llamas de hielo parecían saltar dentro del cristal.
—El interior del cristal parecía coalescer y disiparse continuamente. A pesar del entusiasta brincar de las llamas heladas, emanaba una extraña frialdad.
—Dos sutiles rayas de oro revelaron la identidad del cristal.
—Mientras la Madre de la Masacre estaba ocupada manejando el Pino de Nieve Fría, el Verano Interminable arrancaba sin ganas agujas de pino cerca —dijo Lin Yuan—. Vio a Lin Yuan mirando el Cristal de Ley de Llamas Heladas con una mirada pensativa y preocupada.
—El Verano Interminable no pudo evitar decir: