—¡Eres tú! ¡No esperaba que tú también vinieras! —El tono de la juez se volvió gradualmente respetuoso. Estaba tan emocionada que su voz temblaba. Se apresuró a avanzar, pero temía ofender a la otra parte y mantenía cierta distancia de Qiao Xi. Preguntó con cautela:
—¿Puedo saber si usted es Gu Shan?
—¿Gu Shan?
Con esas palabras, todo el lugar quedó en silencio. El tiempo pareció detenerse en ese momento.
Las pupilas de Xia Tong se contrajeron repentinamente y sus ojos, que estaban llenos de resentimiento, se envolvieron gradualmente en shock. La expresión en su rostro se endureció gradualmente mientras miraba inconscientemente a Qiao Xi.
En ese momento, los ojos de Qiao Xi brillaban como estrellas, y su cuerpo entero emitía un encanto impactante. Miró a la juez y dijo con un tono suave:
—Sí, soy Gu Shan. Hola, Senior.
La juez estaba extremadamente emocionada. Aunque era lo suficientemente mayor como para ser madre de Gu Shan, aún era una fanática loca de Gu Shan.