Xia Mengyan estaba a punto de responder cuando su cuerpo tembló repentinamente. Una figura pasó por su mente y tragó instantáneamente las palabras en su boca. Sus ojos estaban llenos de incredulidad.
Jiang Qin miró su mirada shockeada y sonrió orgullosamente —¡Tú claramente ahuyentaste a Qiao Xi!
Todo el mundo tenía expresiones perplejas. ¿Qué tenía que ver esto con Qiao Xi?
Los labios de Xia Mengyan temblaron ligeramente —No… ¡Imposible!
—¡Xia Mengyan! Deja de fingir. ¡No eres en absoluto amiga de la presidenta de Qingfeng! Hoy, la presidenta de Qingfeng vino personalmente a la compañía para la ceremonia de entrega, pero tú la ahuyentaste. ¡Esa persona es Qiao Xi!
La ira y las quejas en el corazón de Jiang Qin se acumularon en una bola mientras ella desahogaba todo sobre Xia Mengyan. Después de su grito furioso, el lugar quedó en silencio, e incluso el sonido de la respiración se detuvo.
