Qiao Xi quedó atónita ante la desfachatez de Xia Cheng. Originalmente, se apoyó en la riqueza de la familia Yin para hacerse un nombre. Después de establecerse, abandonó a su primera esposa y a sus hijos. ¿Y ahora todavía tenía el descaro de codiciar los activos de la familia Yin? Si no fuera por la decisión rápida de su abuela de cortar todo contacto con la familia Xia, quizás la familia Xia ya habría pisoteado a la familia Yin.
Justo cuando Qiao Xi sentía una gran ira en su corazón, un par de palmas ardientes de repente agarraron su cintura y la atrajeron hacia su abrazo. Su cálido aliento roció sobre su cuello mientras su voz baja sonaba detrás de su oreja. —No te abandonaré.
