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Qiao Xi levantó abruptamente la mirada. Se desconcertó por un momento, pero rápidamente se calmó. No sabía cuánto tiempo hacía que Lu Yan estaba allí, ni qué había oído. Sin embargo, debería haber empezado a sospechar algo. Había preguntado sobre Han Ye, pero aún no podía estar seguro.
Hoy, vino a la exposición de pintura al óleo otra vez y casualmente oyó la conversación entre Carter y Qiao Xi. Se enteró de que Qiao Xi era Han Yin, así que tuvo un mal presentimiento. Quizás tenía que renunciar a este plan. Si Han Ye todavía estaba viva o si Han Ye tenía algo que ver con Qiao Xi, pagaría un precio doloroso. No podía permitirse tal precio.
Lu Yan bajó su voz y sonrió con sarcasmo.
—¡Así que tú eres Han Yin! —Qiao Xi levantó la mirada y dijo con impaciencia—. ¿Qué tiene que ver eso contigo? ¿Acaso te conozco bien? Si no hay nada más, por favor aléjate de mí. No me gusta interactuar con desconocidos.
