—¡22 mil millones de dólares!
—¡25 mil millones de dólares!
—¡28 mil millones de dólares!
…
El precio de la puja estaba aumentando cada vez más. Un rastro de preocupación cruzó los ojos de la Señorita Na. Se acercó al oído de Shen Yan y susurró:
—Señorita Shen, ¿desea usted...?
Shen Yan miró a Wang Fang de reojo. El mayor competidor en esta subasta era Wang Fang, y ella quería esperar hasta que él abriera su boca.
—Esperemos un poco más.
La Señorita Na apretó sus labios y sonrió. Pensó para sí misma, «no pasaría mucho tiempo hasta que se alcanzara el precio de reserva establecido por la compañía». Solo quedaban tres compañías para disputarlo ahora que el precio de la puja había llegado a los 30 mil millones de dólares.
Viendo que Wang Fang todavía no tenía intenciones de pujar, Shen Yan dijo con una expresión indiferente:
—Empecemos. Haremos un incremento de 50 millones de dólares con cada oferta.
La Señorita Na levantó la tarjeta en su mano y gritó:
—32.5 mil millones.