[ADVERTENCIA! ESTE CAPÍTULO CONTIENE CONTENIDO MADURO NO APTO PARA JÓVENES LECTORES.]
La mano de Abigail se acercó hacia él, pero se detuvo justo antes de tocar al pequeño monstruo a través de sus pantalones. Podía sentir su corazón latiendo desenfrenado, como si hubiera caballos compitiendo ensangrentados dentro de sus venas.
Mordiéndose los labios, lentamente giró y miró a Alex.
—Abigail, te lo dije. No hagas esperar al pequeño monstruo o te arrepentirás —dijo el hombre—. Había una sonrisa juguetona en su cara, pero la intensidad en sus ojos le daba una auténtica advertencia de que el pequeño monstruo podría volverse realmente loco si ella seguía retrasando las cosas.
—Lo- Lo haré —respondió entonces y volvió su mirada hacia su bulto.