[¡ADVERTENCIA! ESTE CAPÍTULO CONTIENE CONTENIDO MADURO NO ADECUADO PARA LECTORES JÓVENES.]
Ella se volvió para mirarlo y lo que vio la hizo jadear. Estaba absolutamente sorprendida. El hombre que había estado allí, silencioso e inmóvil todo este tiempo, el hombre que siempre parecía estar en control, parecía estar luchando, y bastante mal. Vio las gotas de sudor que recorrían su frente, vio unas pocas gotas hacer su camino desde su cuello hasta su pecho liso y perfectamente cincelado y su pecho también brillaba con una capa de sudor. Se veía tan malditamente sexy que Abi no pudo evitar mirarlo fijamente.
—¿Hmm? ¿Por qué me miras así, Abigail? —preguntó él maliciosamente y Abigail aún no parecía poder superar esta visión soñada y continuó mirándolo boquiabierta.
Afortunadamente, el hombre esperó hasta que finalmente ella salió de su trance.
—Abigail, ¿estás prestando atención? —preguntó mientras colocaba su mano de nuevo sobre ella.