Kai se apartó de la pared contra la cual había estado apoyado cuando notó al vándalo finalmente dejando a los hombres que había derrotado.
Una sonrisa persistente adornó su cara mientras se movía silenciosamente en la dirección opuesta. Sin embargo, sus pasos se detuvieron cuando de repente oyó un leve gemido.
La cabeza de Kai se volteó hacia donde había estado ella hace solo un momento, y para su sorpresa, la chica ya no estaba allí. Miró a los hombres en el piso; todos seguían allí, lo que indicaba que no podían haberle hecho nada.
¿Dónde diablos desapareció?
A toda prisa, Kai corrió hacia el lugar donde la había visto por última vez. Escudriñó el área, pero no la encontró por ningún lado. —Vándala... ¿dónde fuiste? —murmuró en voz baja.
—¡Ugh! ¡Maldición! ¡Maldición! —una voz resonó.
Su atención se dirigió hacia la dirección de la voz. Lo que vio lo dejó con la boca abierta.