El pánico comenzó a dibujarse en la cara de Abi.
Las lágrimas se acumularon en sus ojos nuevamente, brillando en sus largas pestañas oscuras antes de fluir sin cesar. Ella negó con la cabeza como si estuviera en negación.
Intentó abrir los labios, pero simplemente temblaron. Era tan difícil hablar. Sintió que se asfixiaba en busca de aire.
—No, Alex. T-tú dijiste que no haces el amor. Dijiste que nunca... te enamorarías... de nadie... —balbuceó, su voz cruda con dolor e incredulidad. Esto era lo mejor y lo peor para ella.
¡No… él no puede enamorarse de ella. Él no puede amarla!
Alex sonrió una media sonrisa, pero sus ojos se volvieron increíblemente tiernos.