Alex gimió y maldijo bajo sus labios antes de que su cuerpo se descontrolara. La besó de vuelta, duro y áspero, hasta que Abigail fue presionada fuertemente contra la puerta.
Él estaba más hambriento que ayer, más feroz y salvaje, hasta que Abi sintió que saboreaba un leve sabor a sangre.
Cuando sus labios se separaron, Abi jadeó fuertemente buscando oxígeno.
—Abigail... ¿estás tratando de seducirme? —susurró, con lujuria evidente en sus ojos.
Y luego la besó nuevamente, largo y duro. Abi gimió contra sus labios. Era tan intenso que ni siquiera sabía qué estaba pasando. Todo lo que podía sentir era su cálida boca, su tacto y sus fuertes latidos.
Perdió la noción del tiempo hasta que sintió sus labios en su cuello y sus manos deslizándose por debajo de su camisa.
—A-alex... espera —Abi intentó detenerlo y afortunadamente, el hombre se detuvo y la miró, jadeando, su cálido aliento acariciando sus clavículas expuestas.