Después de su comida esa mañana, Abi se sorprendió al escuchar un helicóptero aterrizar en el patio trasero de la mansión. No sabía por qué, pero lo primero que pensó fue que había una emergencia y alguien había venido a buscar a Alex.
Su corazón, que estaba lleno de emoción, de alguna manera comenzó a sentirse un poco triste y decepcionado, decepcionado de que su plan para el día quizás no se llevara a cabo de nuevo. Antes de darse cuenta, estaba rezando en silencio y esperando que Alex no se fuera de nuevo.
Cuando vio que Alex se dirigía a la puerta trasera, Abi no pudo evitar perseguirlo.
De repente se aferró a su brazo cuando él abrió la puerta trasera, haciendo que Alex se detuviera y la mirara.
—Ehm... Alex... Yo... Tú no te vas otra vez, ¿verdad? —preguntó ella, luciendo preocupada y desanimada. Desapareció la brillante luz que iluminaba su cara desde el amanecer.