Abrazé a Yasmin más cerca de mí, tan feliz de finalmente ver una cara familiar. Alguien que me reconoce y era una amiga, no una enemiga. Yasmin se apartó de mí para mirar mi cara. Apartó el cabello de mi cara y luego me miró con una expresión triste.
—Arianne, lo siento mucho, lo siento mucho —Se disculpó, con lágrimas cayendo por su rostro—. ¡No quería hacerlo! ¡Realmente no quería! Pero no debería haberlo hecho y...
Negué con la cabeza, interrumpiéndola. —No Yasmin, no te disculpes.
—¿Cómo puedes decir eso? —Yasmin preguntó mirándome incrédula, sin duda preguntándose por qué no estaba enojada con ella.
Le sonreí mientras tomaba sus manos. —Es porque realmente estoy bien. Yasmin, está bien, estoy bien —Le dije mientras ella arqueaba una ceja hacia mí, aún sin creerme—, Lo que quiero saber es ¿qué pasó? ¿Por qué diablos todos se comportan como si no supieran quién soy?