PUNTO DE VISTA DE RISSA
El sol ya estaba alto en el cielo, proyectando sombras nítidas a través del patio mientras el tintineo de los cinceles sobre la piedra y los gruñidos del trabajo llenaban el aire. Los sirvientes llevaban masivos bloques de caliza, sus cuerpos doblegados bajo el peso, sus túnicas empapadas de sudor. El polvo cubría todo—el aire, las piedras, e incluso mi piel—pero apenas lo notaba.
Esta vez, yo era quien los supervisaba. Ivan estaba ocupado cuidando a los gemelos, Cyril y Caeden. Habían caído enfermos hace meses, y aunque insistía en que estaba bien y podía concentrarse en sus deberes, su preocupación por ellos había sido clara. No había dejado su lado, y aunque yo ofrecía mi apoyo, alguien tenía que supervisar la reconstrucción del castillo.