PUNTO DE VISTA DE ARIANNE
Aprieto más mi espada, sabiendo muy bien que si voy a caer, caeré luchando. No me importa si tengo que usar hasta la última gota de mi fuerza para hacerlo.
Eran demasiados, fácilmente tres o cuatro veces mi número, y podía oír el crujido de sus botas en la nieve, acercándose más, silenciosos como la muerte. No sangraban, no gritaban y no se detenían. Pero yo tampoco lo haría.
No hasta que no pudiera levantar mi espada más.
La cueva estaba detrás de mí, a solo unos metros de distancia. Había llegado tan lejos, cortado a tantos de ellos, pero el camino se había estrechado y ahora me tenían acorralada. Si pudiera retenerlos el tiempo suficiente para deslizarme dentro, podría bloquear la entrada y reagruparme. Pero no iban a dejarme ir tan fácilmente.