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PERSPECTIVA DE IVÁN
Al salir del dormitorio tenue con mi Arianne, la tensión entre nosotros era tan evidente que saltaba a la vista. Cada paso que dábamos por el vestíbulo ornamentado estaba lleno de una determinación silenciosa, nuestros ojos fijos adelante en la tarea que nos esperaba. La usual expresión serena de Arianne había sido reemplazada por una mirada feroz, sus cejas fruncidas y sus labios apretados en una línea fina. Podía sentir la ira irradiándose de ella, una energía ardiente que parecía encender el aire a nuestro alrededor.
Yo igualaba su intensidad, mis propias emociones agitándose bajo la superficie mientras nos acercábamos a las grandes puertas de la sala del trono. Con una respiración profunda, las empujé abiertas, revelando la opulenta cámara más allá. La habitación estaba llena de cortesanos y asesores, cuyos murmullos caían en silencio mientras se giraban para ver nuestra entrada.