—¡Ravenna! —exhalé al mirarla, pero Ravenna simplemente me fulminó con la mirada como respuesta.
—Algo ha cambiado en ti —me acusó Ravenna mientras me miraba fijamente.
—¿A qué te refieres con eso? —fingí inocencia mientras la miraba.
—¡No me mientas, Arianne! —siseó mi nombre, su voz rebosante de veneno.
—Ravenna, ¿estás segura de que te sientes bien? —le pregunté con un tono de preocupación en mi voz, frunciendo el ceño y acercándome a ella cautelosamente.
—¡Me estás mintiendo y odio las mentiras! —eso solo pareció hacer que Ravenna se enfadara mucho más, porque en un minuto, me agarró del cuello y me empujó hacia atrás, dándome de inmediato con la pared.
—Ravenna, me estás lastimando, ¡por favor! —me dolió cuando mi cabeza chocó contra la pared y traté de quitar las manos de Ravenna de mi cuello, pero ella solo apretó fuerte, cortando mi circulación de aire.
—Recuperaste tus memorias, ¿verdad? —la voz de Ravenna estaba llena de furia, su enojo palpable.