Cuando llegué al reino, todos se sorprendieron de verme llegar con Iván. Tag'arkh debió haber hecho un buen trabajo asegurándose de que nadie en el reino estuviera al tanto de mi ausencia. Bajé de Azul, que me miró con simpatía. No me molesté en esperar, en lugar de eso, entré al castillo ignorando las miradas interrogativas que me dieron mis amigos.
Subí las escaleras a mi habitación y empujé la puerta para abrirla. Me encontré con Tag'arkh usando uno de mis vestidos y llevando a Cyril, que rió al verme despertar a su hermano gemelo. Sonreí con cansancio mientras me agachaba hasta estar a la altura de sus ojos.
Sonreí hacia ella. —Hola Cyril, ¿me extrañaste?
Cyril respondió con suaves gorjeos y le sonreí en respuesta, porque esa era su forma de decirme que me extrañaba. Luego, Cyril extendió sus manos hacia mí, quería que la cargara. Miré hacia abajo, a mi ropa manchada con pequeñas manchas de sangre, y también el hecho de que no me había bañado adecuadamente en días.