El mundo en el que estábamos era similar a la versión que habíamos dejado. Pero de alguna manera este me revolvía el estómago. Montones de cadáveres humanos yacían en el suelo, algunos estaban quemados más allá del reconocimiento. Una mujer arrodillada en el suelo, llorando mientras sostenía un cadáver que pertenecía a un hombre que supongo es su esposo. La mitad de su cara estaba quemada y la otra mitad estaba magullada.
Tragué saliva y aparté la mirada del cadáver, incapaz de mirarlo por más tiempo porque si lo hacía, hay una posibilidad de que terminaría vomitando por todo el suelo.
—¿Qué? —Tag'arkh preguntó desde atrás de mí—. ¿No puedes soportarlo más?
Preguntó con una mueca.
Tragué saliva mientras me volvía a mirar el montón de cuerpos. —Es horrible.
—Esto es nada comparado con lo que le hicieron a mi familia —Tag'arkh señaló sin ningún rastro de remordimiento en su tono.