Después de establecer una base y organizarse en la isla, Lian y los demás decidieron iniciar una investigación exhaustiva para desentrañar los misterios de su llegada. La pregunta que todos se hacían persistía en sus mentes: ¿Cómo habían terminado en esa isla?
Con Samuel liderando el grupo, comenzaron a explorar los rincones más remotos de la isla en busca de pistas. Pronto descubrieron construcciones antiguas y en ruinas dispersas por toda la costa y el bosque circundante. Estas estructuras dejaban entrever que la isla había sido habitada en algún momento del pasado.
Emocionados por sus hallazgos, Lian y los demás se adentraron en las ruinas, cuidadosamente estudiando cada detalle en busca de respuestas. Mientras tanto, Rebecca plasmaba su belleza en sus cuadernos de dibujo, capturando los misterios y la atmósfera inquietante del lugar.
Mientras exploraban, descubrieron un camino cubierto de vegetación que los guió hacia una explanada abierta. En el centro, encontraron el blanco soñado de su investigación: un antiguo templo, majestuoso y misterioso, con siglos de historia impregnados en sus muros.
La emoción y la curiosidad se apoderaron de ellos, y todos se detuvieron frente a la entrada del templo. Sentían la energía ancestral y reverencial que irradiaba el lugar. A pesar de la incertidumbre que rodeaba su presencia en la isla, el descubrimiento de este templo antiguo era un indicio de que tal vez encontrarían respuestas.
Sin embargo, conscientes de los peligros y las incógnitas que podían aguardar en su interior, decidieron posponer su ingreso al templo hasta que pudieran analizarlo y planificar una investigación más cautelosa. Regresaron a su campamento,