Lucien llegó tan rápido como pudo a su habitación, su respiración era errática y pesada, por el esfuerzo que había realizado, las heridas hechas por Damián y sus lacayos eran más serias de lo que se había imaginado originalmente, las contusiones se estaban oscureciendo lentamente, dejando así un moretón que resaltaba en su pálida piel.
Lucien limpió las lágrimas que se habían escapado de ojos, y sin darse cuenta terminó frente a su espejo de cuerpo completo, miró fijamente su reflejo y dijo.
— Eres un idiota, mírate llorando como un imbécil, eres patético y luego te preguntas porque nadie te quiere —.
Su voz era entrecortada, en su espejo podía ver las marcas que lentamente iban apareciendo, y eso solo lo hacían sentirse peor, se sentía tan inútil, y sin poder evitarlo más lágrimas escaparon de sus ojos, siempre fingía que no le importaba, pero aquellas palabras callaban en lo profundo de su corazón.
El resto del día pasó sin mayor novedad, con Lucien encerrado en su habitación estudiando para el ritual de invocación del día siguiente. Tenía que salir bien, o sería expulsado.
—— Al día siguiente ——
Se levantó con los primeros rayos del sol, como lo hacía cada mañana, estaba nervioso, si el ritual no era exitoso podrían expulsarlo, y eso lo ponía muy ansioso. Después de alistarse se marchó con rumbo al patio central, al llegar vio a todos ya listos junto al profesor, el profesor solo le dio un leve asentimiento de cabeza indicando que ya lo había visto, esperaron unos minutos más a que todos estuviesen presentes.
En medio del patio estaba dibujado un pentagrama invertido, el cual tenía en cada una de sus puntas el nombre de uno de los cinco elementos, y en medio de estos un pilar con una esfera que contenía dentro a dicho elemento.
— Como saben el día de hoy realizaremos el ritual de invocación de un familiar, este es un ritual sagrado y definirá su futuro —. La voz del profesor era fría y serena, hablaba sin mirar a nadie en específico, como si sus palabras no estuviesen dirigidas a nadie, pero todos lo sabían era una advertencia para Lucien, el hueco.
Titus Seius Arrianus era un hombre alto y corpulento con la piel morena, su cabello corto de color chocolate contrataban con sus ojos carmesí.
Lo que desconocían los alumnos era que el profesor Titus Seius Arrianus, había sido el tutor encargado de la educación de Lucien durante su infancia, y fue uno de los primeros en darse cuenta de la anomalía que era Lucien Bonnet.
En este momento nos hemos adelantado demasiado a los hechos, para que puedan entender mejor mi historia debemos rememorar los que pasó el día que cambió mi vida por completo.
——Flashback——
Titus Seius Arrianus había sido contratado hace ya un año para ser el tutor privado del heredero de los Bonnet, Lucien Bonnet, Lucien era un niño encantador, dedicado y educado, su apariencia física era idéntica a la de su padre, el Duque André Bonnet, por otro lado no tenía un solo rasgo de su madre, la Duquesa Sabine Blaustein de Bonnet, ni uno solo, Lucien era una copia idéntica de su padre, así que quién era su padre jamás a estado en duda.
A pesar de ello el trato de la pareja hacia su hijo mayor era extremadamente severo, quizá ese hecho podría justificarse debido al hecho de que Lucien se debía convertir en el heredero perfecto del ducado, los Duques no aceptarían nada menos que eso.
No obstante, Titus no era ciego ni estúpido, durante todo ese año en el que había estado enseñando al joven heredero no había podido ser testigo de ninguna clase de magia accidental, y eso era un hecho demasiado preocupante, para sus seis casi siete años, el pequeño Lucien debería ya haber tenido al menos un evento de magia accidental en su clase, pero no había sido así, y por lo que había oído de las mucamas no había pasado tampoco fuera de su horario de clases, Titus estaba realmente intranquilo.
Aquel fatídico día inició como cualquier otro, Titus llegó a la mansión del Duque a la hora acostumbrada, el pequeño Lucien estaba ansioso, el miedo y el nerviosismo escapaban de su cuerpo en pequeños espasmos, Titus decidió no cuestionarlo, y seguía avanzando con su clase, el joven Duque no podía concentrarse lo que estaba retrasando la clase del día, soltando un fuerte suspiro, Titus dio por terminada la clase, era realmente obvio que su estudiante no podría mantenerse enfocado, afortunadamente estaban adelantados a su plan de estudios, por lo que tomarse ese día libre no representaría un problema a largo plazo.
— Joven Bonnet, ¿se encuentra bien? —. Le dijo con suavidad.
— Yooo, si, no, no lo sé —. La voz de Lucien era dubitativa, hablaba al mismo tiempo que jugaba tímidamente con sus dedos.
— Si no quieres hablar de eso no hay problema, pero recuerda que yo estoy aquí para guiarte y cuidarte —. Por su parte la voz de Titus tenía un tono calmante.
— El médico real va a venir hoy, Padre y Madre quieren saber si hay algo malo conmigo —. La última parte salió con un ligero quejido, y los espasmos se volvieron más fuertes, Titus atrajo a Lucien a sus brazos y trató de tranquilizarlo con palabras suaves.
Se mantuvieron en esa posición por unos minutos, antes de tener que salir de su burbuja de comodidad por el golpeteo de la puerta.
— Señor Arrianus los amos solicitan la presencia del joven amo —. La voz de una de las mucamas resonó a través de la puerta, Titus de mala gana dejó salir al niño de sus brazos, afortunadamente este no había llorado por lo que sus ojos no estaban hinchados ni tenían rastros de lágrimas.
Lucien se limpió rápidamente la comisura de los ojos y acomodó su ropa, estaba impecable, como si no hubiese estado al borde del llanto segundos antes.
Titus siguió su ejemplo, ambos estaban inmaculados, y poniendo su mejor rostro neutral Titus se acercó a la puerta, la sirvienta seguía tras está, y parecía que había estado tratando de espiar lo que pasaba en el interior de la habitación, Titus enarco una ceja, en una pregunta muda y la mucama tuvo la decencia de parecer avergonzada.
La mucama inclinó levemente la cabeza mientras les pedía que la siguieran, ambos lo hicieron con Titus pendiente tanto de la sirvienta como de Lucien, no tardaron mucho en llegar a la oficina del Duque, al entrar se encontraron con este y su esposa, ambos acompañados con el médico real.
Argiris Galaneas, era el hijo menor del marqués Galaneas, un chico que había demostrado una maestría sin precedentes en las artes médicas, era un hombre delgado y piel bronceada, con el cabello largo de color rubio anaranjado, su delicado rostro era enmarcado por dos mechones de cabello, y su mirada se encontraba escondida detrás de unos lentes de media luna, que dejaban entrever sus ojos turquesa.
— Saludos al heredero de los Bonnet —. Su voz era ligera y risueña, acompañada de una suave sonrisa.
Lucien solo hizo una señal con su cabeza y se mantuvo en su lugar aún cerca de la puerta, y flanqueado por Titus.
El imponente cuerpo de Titus contrastaba con la pequeña figura que era Lucien Bonnet.
— Es bueno verte Titus —.
— Mantenga el decoró lord Galaneas —.
Argiris parecía querer decir algo, pero mejor guardó silencio y dijo. — Así lo are Sr. Arrianus —.
Por unos breves instantes el silencio de la oficina del Duque se volvió pesado y sofocante, hasta que fue cortado por el dueño de la mansión.
— Sr. Arrianus le solicitó que se retirara —.
— Lamento mi descortesía Lord Bonnet, sin embargo, esto es un asunto que requiere mi presencia, se me ha asignado la educación de vuestro heredero, por consiguiente, estoy en la necesidad de conocer cualquier posible enfermedad o suceso que lo involucren —. La voz de Titus era contundente y serena, era la clase de voz que no aceptaba réplica ni reclamo, al Duque pareció no gustarle esta respuesta, pero a la vez se mordió la lengua y solo asintió con la cabeza en señal de haber aceptado lo dicho por Titus.
Argiris se apresuró a acercarse al niño, guiándolo a uno de los sillones del lugar, Lucien se recostó tal y como Argiris se lo indicaba, las manos de Argiris empezaron a emanar una especie de aura verde azulada cálida al tacto, Lucien sentía un ligero cosquilleo en los lugares en los que las manos lo habían tocado, estaba relajándose a tal punto que comenzaba a quedarse dormido, hasta que la voz de Argiris lo sacó de su letargo.
— Esto es muy curioso —.
— ¿Qué es tan curioso? —. La persona que habló esta vez fue la Duquesa.
La Duquesa Sabine Blaustein de Bonnet tenía una larga cabellera palo de rosa pulcramente peinado, su maquillaje acentuaba su iris azul hielo. Sin embargo, su belleza era atenuada por el ceño fruncido que lucía en ese momento.
— Su cuerpo está en perfecto estado, sin embargo, su núcleo es extraño, es anormalmente grande para alguien de su edad, esto no debería ser un problema ya que significa un mayor acceso a la magia. Pero ahí es donde está el problema, a pesar del tamaño de su núcleo este está completamente vacío, no siento ni el más mínimo rastro de magia dentro de él —. Les dijo con un tono de voz sorprendido y curioso.
Esas palabras tomaron desprevenidos a los Duques, Lucien a pesar de tener un núcleo no tenía magia, al igual que los Duques Lucien estaba devastado por la noticia, él sabía lo que esas palabras significaban para él.
Y fue así como en aquella tarde de verano el calvario de Lucien Bonnet inició.
——Fin del Flashback——
Lucien se perdió momentáneamente en sus recuerdos, rememorando aquellos días en los que era feliz, en los que él y su hermana estaban tan unidos. Lucien fue sacado abruptamente de sus pensamientos por un empujón de Damián, el cual lo miro con odio antes de alejarse.