Por fin viernes" pensó Leon parado en la esquina listo para la guerra como llamaba él a irse de marcha. Llevaba unos jeans que para su humilde opinión le quedaban de espectaculares, una camisa negra y una chaqueta. Todo aquello contrastaba un tanto con el cabello violeta que le llegaba hasta los hombres y que últimamente estaba pensado, en cambiárselo. Se sentia el más grande, el mejor y el más guapo en aquel momento. Miró el reloj, ya eran las 10 de la noche.
Un joven se acercaba a lo lejos con paso rápido, Leon apartó un mechón que le caía sobre
el rostro, con un movimiento seductor.
El joven se habia detenido a escasos centimetros de él, miró hacia ambos lados de la calle antes de plantarle un beso apasionado pero fugaz.
Leon lo recorrió con los ojos, estaba guapisimo como siempre. Llevaba pantalones oscuros, una camiseta ceñida al cuerpo y una campera de jeans. Poseía un rostro de lineas suaves y delicadas, un tanto afeminado, ojos marrones y un cabello rubio intenso que habia revuelto con un poco de gel dandole un aire salvaje. "A este niño todo le queda bien" pensó al mirarlo de nuevo. Olía a perfume importado, dulce e intenso como a él le gustaba. Leon lo tomo de la mano con una urgencia que guiaba sus movimientos, tiro de él atrayendolo bruscamente hacia él, se giró de modo que el quedase contra la pared y comenzó a besarlo. Apoyó su cuerpo contra el de del joven mientras sus manos se escurrian por debajo de la camiseta para acariciar sus pecho y pellizcar sus pezones.
—Leon, nunca estás satisfecho—comenzó a reir suavemente pero cuando una de las manos se escurrió dentro del pantalón, el joven dejo escapar un gemido de protesta y de resignación
—Leon, para por favor
—No quiero.
Habia abandonado su boca para recorrer con el filo de sus dientes la piel fina del cuello, mordisqueó lentamente el lóbulo de la oreja.
–Leon nos van a ver…
—uhmmm
Volvió a besarlo, el joven sintió como la otra mano exploraba su trasero, la excitación los estaba alejando de la realidad, los podían ver, le gritó una voz dentro de su mente.
—Leon, nos pueden mandar a la poli—
Aquello pareció ser la solución perfecta
El muchacho retiró las manos al instante y se alejo de el. ¿Habia algo peor que le detuviesen en aquel momento?
—Es tu culpa, me pones a 100 y no puedo pensar.
El joven lo miró sorprendido
—No digas tonterias. A ti se te para con una tia o un viejo en bolas.
La expresión de Leon habia cambiado, se lo veía molesto aunque no entendía porque. El sabia perfectamente que no se podían permitir montar el show en el medio de la calle. Pero no era su culpa.
—¿Qué te pasa? Estás raro... nervioso— lo tomo del brazo
—Solo estoy cansado, déjame— respondió sacudiendose.
—Cansado y de un humor de perros, que te soporte otro—se dio medía vuelta—yo me largo.
Leon se apresuró a agarrarlo por la muñeca
—Tú te quedas aqui
—¿Qué? JA. ¿Me vas a obligar?
—Si hace falta, si.
—Eres un idiota. Sueltame–forcejeó, pero no podía zafarse, Leon lo sujetaba con fuerza. Sin prestar atención a sus intentos por liberarse, Leon comenzo a caminar en dirección al coche llevandolo casi a rastras.
—Sueltame imbesil…déjame ¡YA! que m….
Leon le soltó el brazo para abrirle la puerta del golf rojo.
—Sube
—No voy a subir
Leon estaba ya harto de la escena, en aquel momento no toleraba nada.
—Ok— cerró la puerta del coche, rodeó el coche para abrir la puerta del conductor, lo miró durante unos segundos—Si no quieres subir, no subas…ya se me fueron las ganas— se subió, arrancó el coche, bajo la ventanilla mientras se escuchaba el motor—espero que todavía llegues a tiempo para tomar el autobús.
Arrancó con fuerza y desapareció de nuevo como un rayo.
Si hubiese sido otro día hubiese dado simplemente la vuelta a la calle y hubiese vuelto a por él pero aquel era uno de esos días donde simplemente decidió que si no habia funcionado con su novio, al menos se aseguraria de disfrutar lo que quedaba de la noche, necesitaba sentir que no habia desperciado su tiempo.
Hizo el recorrido obligario por el bar y la disco de siempre, del bar se marcho rápidamente ya que no habia nada de su interes. Antes de salir de la disco uno de los barristas se le acerco.
—Leon, hoy abren un "antro" en la zona sur, te guardé un pase, ya me contarás luego. Promete mucho.
—Gracias Charly.
El trayecto fue corto. El lugar nuevo aparentaba poco por fuera, un paredón negro y en el medio una puerta de color oscura sobre la cual colgaba un letrero luminoso con el nombre "Doble Sentido", pero por dentro era donde se lucía. La iluminación era imponente, la barra increiblemente larga, atendida por 3 chicos, contaba con 2 pistas y una sección de reservados individuales. Era un "antro" exclusivo, sonrió para si mismo pensando en una forma de agradecerle a Charly por aquel favor.
Se dirigió a la barra para tomarse un trago mientras recorria con su mirada maravillado aquella discoteca. Por lo visto era la fiesta de inauguración, estaba lleno de todo tipo de gente, desde adolescentes hasta algunos ya entrado en la treintena. Algo llamó su atención, allí en el medio de la pista se hallaba un joven bailando al compas de la música con unos movimientos terriblemente sensuales, una sonrisa se dibujó en su rostro. Se acercó a el, siguiendo el ritmo de la melodía, lo tomó por la cintura, el joven abrió sus ojos y le dedicó una amplia sonrisa. Estaba ebrio.
—Leon…¡que sorpresa verte aqui!
—Te llamé varias veces. ¿Nunca tienes el movil encendido?
El joven se rió picaramente
—Realmente, no. Nunca lo uso.
Leon lo abrazó acercándolo a su cuerpo.
—¿Cuánto has bebido?
—No sé—respondió el joven con un tono suave—…bebí hasta que dejé de sentirme solo.
Leon suspiró ante aquella mirada, llevó sus manos hasta el rostro del joven para tomarlo entre entre sus manos con una ternura que no era propia de él, y comenzó a besarlo despacio hasta sentir la tímida respuesta del joven, entrelazaron sus lenguas, mientras él jugueteba con sus labios. Lo sintió pequeño, indefenso más allá de que tuviesen casi la misma estatura. El joven se separó, le sonrió y tomando su mano lo guió hacia uno de los reservados. Se sorprendió al descubrir que cada pequeño cubículo tenia una puerta con trabilla. Dentro el reducido espacio se encontraba un sillon mullido y una pequeña mesa redonda. Se dejaron caer sobre en el sillón, las manos ansiosas del joven comenzaron a acariciarlo.
—Saz—susurró sujetándole las manos delicadamente.–dejame a mi .
El joven sonrió ampliamente haciendo caso omiso de sus palabras, se levantó de un salto, casi cayéndose por el mareo, procedió a se quitarse los pantalones y antes de que Leon pudiese decir algo, Saz se habia sentado encima suyo presionando su miembro completamente erecto contra la entrepierna del joven.
—Leon, hoy necesito alguién como tú.—su voz sonó cargada de erotismo.
Sus manos se deslizaron por el cuello del Saz, mientras este movia las caderas provocativamente.
Leon estaba al borde del delirio, cada centímetro de su piel lo calentaba. Aquel chico era guapo, delicado, ardiente y un muy buen amante, no entendía como podía seguir solo. La lengua del Saz, impaciente, recorrió los labios de Leon abriéndolos, penetrando provocativamente en su boca, enredandose con su lengua, succionando sus labios, explorando cada rincón de su boca. Los jadeos de Saz chocaban con sus labios, el aroma de su piel lo envolvía, mientras sus agiles manos se dedicaban a desabrocharle los pantalones, para apresar el miembro endurecido y caliente de Leo.
—Lo quiero dentro mio...—susurró Saz con la voz enroquecida por el deseo.
Aquello puso fin a la poca cordura que tenia Leon, volvió a devorar aquella boca apasionadamente, con urgencia mientras el joven le acariciaba el sexo con movimientos ascendentes y descendentes, una y otra vez. La necesidad de poseerlo se hacia insoportable, el joven se detuvó solo para incorporarse y arrodillarse ante él. Leon maldijo la escasa luz, daría lo que fuera por poder ver exactamente cada línea de su rostro, cada expresión de mientras envolvía su miembro con su boca húmeda y caliente. Gimió al sentir aquella lengua en su piel, la mano seguía su recorrido, mientras la lengua engullía a con avidez cada centímetro de su virilidad. La boca volvió a envolverlo, Leon llevó las manos a cabello de Saz sumergido en un torbellino de sensaciones, mientras sentía la húmeda presión de aquellos labios en la base, para volver a succionar con maestría todo su miembro. El roce de la punta de la lengua en su glande, aquellos dedos en sus testículos, los jadeos, y la respiración entrecortada aumentaban su deseo. El ritmo se intensificaba. Los gemidos de Leon era suaves pero constantes, aquella boca lo estaba volviendo loco.
—Saz...no pares—sentía aquella deliciosa sensación que anticipaba el climax—me estás volviendo matando...estoy…
El joven sonrió al separarse, se incorporó de nuevo, y se giró dandole la espalda. Tenia los ojos brillantes y una expresión de deseo en su rostro. Leo, lo tomó por la cintura, abrazandolo, mientras lo empujaba con su cuerpo delicadamente pero con firmeza contra la pared, el joven se inclinó un poco hacia adelante, pegando sus nalgas al miembro erecto de Leon, y con la mano le entregó el condón. Leon se apresuró a abrir el envoltorio y colocarse el preservativo, empujó suavemente al joven contra la pared mientras le besaba el cuello y la nuca, llevó su mano derecha al trasero del joven, y lentamente lo penetró con dos dedos, la zona se encontraba suave y distendida, sonrió y le mordió el cuello. Movió los dedos en la cavidad del joven abriéndolos y disfrutando de la estrechez de aquella piel. Sintió los temblores del joven y los gemidos, mientras movia las caderas ritmicamente, susurró con un quejido:
—Leo, dale…
El joven quitó los dedos, colocó la punta de su miembro en la obertura y jalándolo hacia él para penetrarlo lentamente.
–Hazlo...ya.
Leon no necesito más para enterrarla dentro de chico de una sola estocada, se quedó quieto un breve momento mientras el joven recuperaba la respiración, y sentía como aquella cavidad lo envolvía, antes de comenzar a moverse. Deslizó su mano derecha buscando los pezones del joven pellizcándolos, arrancándole gemidos de placer. Leon bajo la mano para tocar el miembro de Saz, el glande estaba húmedo y resbaladizo, se sentía caliente y duro.
—No Leon, me voy a venir….–protestó el joven, quitándole la mano.
El mismo estaba al límite, todo el juego previo lo había excitado al máximo. Sintió los gemidos del joven, quería besarlo, necesitaba besarlo, pero desde aquella posición era difícil.
—Más fuerte.... aaahh siii.....asi....
Aumentó el ritmo de sus movimientos, guiándose por los jadeos del joven. Lo observó, su cuerpo, sus temblores, su respiración. Llevó su mano al miembro duro del joven para envolverlo entre sus dedos, deslizandolos con firmeza y suavidad acompañando el ritmo de sus embestidas. Los gemidos se fueron incrementando.
–—...Leo.... me….me ve..vengo.....—gimió el chico.
El cuerpo del joven se estremeció en movimientos secos contra su mano, el liquido resbaladizo y caliente le inundaba la mano. Tuvo unas ganas de lamerlo entero, en ese preciso instante el climax lo recorrió obligandolo a golpear profundamente dentro del joven, sacudiéndose varias veces hasta detenerse.
Quería perderse en Saz. Esperó unos segundos y respirando con dificultad se retiró del cuerpo del joven. Buscó torpemente en su bolsillo unos kleanex para tenderselos al chico. Saz se había recostado contra la pared, mirándolo, con el cabello pegado al rostro y completamente traspirado. Se lo veía agotado. Tomó de mala gana el paquete de kleenex. Leon miró su mano llena de aquel fluido y ante la mirada sorprendida de Saz, la limpió con su lengua con una expresión lasciva en su rostro. Se quitó el preservativo y se acercó de nuevo a Saz para besarle los labios, la frente, la nariz y las mejillas. Se sentía embriagado del placer, de aquella piel y del momento. Su voz sonó extraña cuando le hablo.
—Quiero poseerte completamente, ser parte de cada parte de tu cuerpo...dejame estar contigo Saz.
Y tal como sucedería la vez anterior, él tan solo le sonrió mientras abría el paquete de kleenex y sacaba los pañuelos y se limpiaba. Leon lo miró, se giró, busco los pantalones y se los alcanzo. Mientras Saz se ponía los pantalones, le preguntó:
—¿Dónde lo dejaste?
—No lo sé…tampoco me importa.
—Eres de los mejores en el sexo, sin embargo, como pareja eres un desastre.—le guiñó un ojo dulcemente.
—¿Es por eso?
—Leon tienes novio desde hace un año. ¿Cómo puedes pedirme al mismo tiempo que salga contigo?.
—El no tiene porque enterarse.—sonrió con complicidad. Saz se rio divertido ante la idea.
—Dejémoslo así, como amigos.—le dio un beso suave—gracias por el momento, cuidate.
Antes de que pudiese agregar algo, él se habia marchado y no hacia falta que le dijesen que ya no estaba en el club, porque lo sabia con seguridad.