Ethan Smith observaba fríamente a los Seguidores de la Secta de la Nube, pero no sentía miedo en su corazón.
No tenía miedo ni siquiera de su anciano, y menos de unos cuantos discípulos.
—Caballeros, por favor, pasen.
Aquellos pocos discípulos miraron al camarero, luego sacaron un retrato y preguntaron fríamente:
—¿Han visto a esta persona antes?
La persona en el retrato no era otro que Ethan Smith.
Ethan entrecerró ligeramente los ojos, su poder divino fluyendo por su cuerpo, listo para actuar.
El camarero observó el retrato durante un momento antes de negar con la cabeza:
—No lo he visto.
Los discípulos de la Secta de la Nube asintieron y dijeron:
—Peguen esta imagen en la pared e infórmenos en cuanto lo vean.
—No se preocupen, ¡seguro que lo haré! —respondió el camarero alegremente.
El grupo no dijo nada más y caminó hacia adelante.
Lanzaron sus sentidos divinos, aparentemente tratando de encontrar el paradero de Ethan.
