—Sr. Jewel, me disculpo por mi ausencia del trabajo en las próximas semanas. Enviaré un correo electrónico a RRHH, pero quería informarle primero —la voz de Aria temblaba, su intento por contener las lágrimas era evidente—. Como alguien que siempre había sido alegre, Robin podía detectar fácilmente el cambio en su conducta y presintió que algo iba mal.
—¿Qué sucede? —preguntó Robin, su somnolencia desapareciendo—. Aria raramente le llamaba tan temprano por la mañana, y su incapacidad para venir a trabajar aumentaba su preocupación.
Aria dudó por un momento antes de relatar el desgarrador incidente, su voz rompiéndose mientras hablaba —. Ayer, noté que el bebé no se movía como de costumbre, así que fui al hospital.
—¿Y qué pasó? —preguntó Robin ansiosamente, el miedo nublando sus ojos—. Aria había luchado durante años con problemas de fertilidad, ¿cómo podía ser la vida tan cruel con ella?