—Dime Zayla, ¿por qué no le dijiste a mi padre que salvaste mi vida cuando te estaba obligando a irte a Europa?
—Zayla se quedó paralizada y su modo silencio se activó instantáneamente. Cuando vio que Robin se estaba impacientando, sonrió y dijo:
— Cariño, él podría pensar que sólo lo estaba haciendo para estar cerca de ti. Lo hice de corazón y nadie tenía que saberlo.
—La expresión de Robin era inescrutable, por lo que Zayla no pudo decir si él le creía o no. Él continuó diciendo:
— Mi padre no te hubiera mandado lejos si supiera que tú eras la donante anónima. Pero, ¿por qué no me lo dijiste antes de irte a Europa? —volvió a preguntar.
—La expresión de Zayla cambió instantáneamente y al momento siguiente, sus dedos se aferraron a su estómago:
— Robin, no me siento muy bien. Necesito descansar. Estoy agotada.
—Robin frunció el ceño y la preocupación arrugó sus cejas:
— Vamos al hospital.