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Trinidad
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Era viernes ya, tres días después de que había explorado la casa y descubierto sobre la mamá de Reece, y seis días desde que me marcaron. La marca todavía era solo el escudo rodeado de manchas grises oscuras, casi como un enorme moretón. No estaba más cerca de convertirse en su imagen final parecida a un tatuaje.
Ahora me veía obligada a tener una reunión con los Ancianos y Reece de nuevo. ¡Ugh! Había esperado que cuando él dijo que no éramos nada el uno para el otro y que nos íbamos a ignorar el uno al otro fuera del negocio de la manada, pasarían más de tres días entre cada vez que tuviera que hablar con él.
Noé había venido a buscarme cuando estaba en el solárium leyendo. Rápidamente se había convertido en uno de mis lugares favoritos. Y como yo podía soportar el frío mejor que un humano, aunque no tan bien como un lobo (odiaba ser tan diferente a veces), no me molestaba que fuera octubre y que a veces hiciera frío.