—Mientras Reece y yo nos preparábamos para enfrentar a la horda que estaba en el puente con nosotros, me consolaba saber que Talia estaba detrás de mí y a salvo —pensé—. No iba a dejar que ninguno de estos monstruos pasara junto a mí para herirla. Reece y yo los íbamos a detener.
—Había más de los Jaegan que luchaban como si no tuvieran nada que perder, así como esos Antiguos, los monstruos que parecían verdaderas pesadillas hechas realidad. Los luchadores Jaegan tenían armas hechas de acero, hueso y otros materiales que no me parecían normales. Los Antiguos también tenían armas, estas eran negras y parecían absorber la luz de los alrededores en lugar de reflejarla.