—Veo que nos estás esperando, escoria mestiza —una voz profunda y colérica resonó a través del pequeño espacio entre mí y ese grupo cuando se detuvieron bruscamente—. Alguien debe haberte advertido de nuestra llegada —no se veía ni sonaba contento. Podía decir por la ira en sus ojos, que miraban recelosos a la gente alrededor, que se preguntaba si alguien aquí había chivado sobre él.
—Fui alertada por mis exploradores que envié en busca de ustedes. Tienes un olor muy distintivo, señor, así que no fue difícil para mi gente encontrarte —sus ojos se abrieron de par en par y observé su apariencia, toda su apariencia.