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—Los estamos enviando a los dos —la voz del Rey Reece era firme y constante mientras me miraba a mí y a Javier de pie frente a él—. Nos habían convocado a la oficina de la Reina después de que terminaron una reunión antes.
—Nos han dado una ubicación general —la Reina Trinidad continuó mientras explicaba con más detalle—. Sabía lo que se suponía que debíamos hacer. Y también la razón detrás de ello.