—Buenas tardes, Armina —asentí al entrar en la habitación. Ella había sido registrada, pero no tenía armas. Tampoco había sido obligada a cambiarse al uniforme—. Puedes irte —miré al guardia y lo despedí. Asintió y nos dejó a todos en la habitación.
—T... t... tú eres la mamá de Rika, ¿no es cierto? T... tú eres la reina —estaba definitivamente asustada.
—Así es. Yo soy la madre de Rika y la reina de todos los cambiaformas y usuarios de magia del mundo sobrenatural —pensé que una simple afirmación sería lo mejor. Ella ya sabía todo esto. Solo necesitaba que lo confirmara.
—¿Qué me van a hacer? —el miedo prácticamente emanaba de ella.
—Verás, Armina —la miré mientras decía su nombre. Aún no le había pedido eso, así que la asusté un poco cuando demostré que ya la conocía—. Tu futuro realmente depende de ti.
—No... No entiendo —miraba por toda la habitación, a mí, a Reece, a Vicente y a Gabriel—. ¿Qué han venido a hacerme todos ustedes?