—Reece, van a ir a por nuestros hijos a continuación. ¿Van a Colorado Springs? ¿Van a atacar Cataratas de Trinidad? —Las palabras de Trinidad se arremolinaban en mi cabeza mientras la miraba. Podía ver el aspecto salvaje que comenzaba a aparecer en sus ojos en ese momento. Y no solo podía verlo, sino que también podía sentirlo. No quiero decir que ella me estuviera afectando con su mirada. No, eso no era necesario. Lo que quiero decir es que yo estaba empezando a sentir exactamente lo mismo que ella estaba sintiendo.
Pánico. Ira. Cólera. Miedo. Todo eso y más estaba arremolinándose en mi sistema en ese momento. Podía decir que estaba a punto de perder el control de mí mismo, al igual que ella. Estas personas ahora estaban amenazando a nuestra familia. No solo a nuestra gente.