—No me dejaron acompañar a mis padres a buscar la casa del viejo amigo del Tío Dietrich. No sé por qué estaban tan preocupados que yo fuera con ellos. No es que fuera a estar en algún peligro. Este hombre era alguien que el Tío Dietrich conocía muy bien. Vivió con él durante mucho tiempo. Trabajaron juntos. Y, encima de eso, la gente a la que íbamos a ver eran sus descendientes. ¿No conocerían al Tío Dietrich? ¿No le recibirían con los brazos abiertos? ¿No estarían felices de verlo?
—En fin, realmente no me importaba. Digo, ¿qué importancia tenía para mí? Solo estaba aquí, lejos de casa, lejos de mis hermanos, lejos de mis amigos. Yo no era la que quería estar aquí en primer lugar. No era yo la que rogaba por estar aquí. Me trajeron aquí porque supuestamente era necesaria.