—¿Estás lista para contárselo a todos? —Vi la felicidad en sus ojos.
—Sí, y estoy lista para que ellos vuelvan a entrar a la habitación conmigo.
—Ja ja ja —la enfermera llamada Jan acababa de entrar en la habitación justo cuando mi Pequeña Conejita dijo esas palabras—. Es gracioso que digas eso justo ahora, Reina Trinidad. Justo estábamos trayendo a los bebés para ti —cuando miramos para verlos, vimos a ella y a Reba, cada una empujando dos de los pequeños moisés a través de la puerta.
—¿En serio? —vi la felicidad que llenaba la cara de Trinidad entonces.
—Sí. Y cuando estés lista para dejar los medicamentos para el dolor, los pondremos a todos a amamantar.
Jan y Reba empujaron a los bebés para que quedaran junto a la cama. Podía verlos a todos desde donde estaba sentado. Estaban profundamente dormidos y tan adorables como podían ser.