—¿Trinidad, Pequeño Conejito? —me llamó Reece mientras yo simplemente miraba al vacío. Pensaba en las cosas muy intensamente, pero tenía la sensación de que él pensaba que algo podía estar mal conmigo.
—¿Sí Reece, mi Fido? —le sonreí cuando le respondí de manera similar a cómo él me había llamado. Él sonrió al saber que no había nada realmente mal conmigo.
—¿Cómo te sientes?