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—Esta vez que fuimos al hospital, Reece iba a hacer que el registro viniera hasta nosotros. No iba a dejar que alguna perra molesta dijera cosas sobre nosotros mientras nos registrábamos otra vez —continuó—. Y eso también hizo que no tuviera que amenazar con asesinar a nadie mientras intentaban llevarme por las escaleras —explicaba tranquila—. En su lugar, simplemente me llevó en brazos todo el camino como había hecho hasta el coche. También tenía un cambio de ropa en mi bolsa, así que estaba todo bien.