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Trinidad
Supuse que todavía me quedaba un rato antes de irme a dormir, así que podría ver una película o algo así. Reece había enviado a Talia, Reagan y Rika a la habitación para darme las buenas noches. Estaban todas muy felices porque su mamá pudo abrazarlas fuerte cuando la abrazaron. Y admito que esta mamá también lloró cuando los abrazó así. No sabía cuánto extrañaría abrazarlos con fuerza hasta que me lo quitaron. Y nunca más quería que me lo quitaran.
Después de los abrazos y besos de buenas noches y de acomodarme para acurrucarme con Reece, con el control remoto en la mano para poner una película en la gran pantalla de televisión al otro lado de la habitación, hubo una llamada al teléfono de Reece.
—¿Hola? —dijo respondiendo rápidamente. Reconocí el tono de la llamada y le dije.