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—¿Así que quieres ayudarlos, no? —Una voz de hombre cortó la habitación justo cuando comenzó a surgir humo azul de la nada.
—¿Mamá!? ¿Qué es eso? —Podía decir que Talia estaba asustada. Esto era algo que ella nunca había experimentado antes. Me sentía mal por ella, mi pequeña niña. Después de todo lo que había pasado, ¿por qué tenía que aparecer algo así y asustarla de esta manera? ¿Por qué no podía tener algo de calma en mi vida por una vez? ¿Por qué esto tenía que ser lo normal para mí en este momento?
—¡Ja, ja, ja, ja! —La risa del hombre se burlaba del miedo en la voz de mi hija mientras el humo llenaba la habitación. Lo raro de este humo era que había tanto, llenando toda la zona en la que estábamos, pero no podía olerlo ni dificultaba la respiración. Era casi como si el humo fuera una ilusión.
—¿Quién eres y qué quieres? —Le espeté a la voz que reía, incapaz de hacer mucho más en ese momento.