—¡Mamá!
—¡Mamá!
—¡Mamita!
—Hola, cariño —mamá dijo mientras traía algo de sopa para mí y algo de cena para Reece también—. Te he traído algo para comer.
—Gracias, mamá —le dije y levanté mi mano un poquito de la cama.
—¡Mamita! ¡Te has movido! —Talia lo señaló.
—Solo un poquito, bebé —mamita está trabajando en mejorar —les hice saber que no iba a correr ni saltar con ellos por un tiempo—. Aún así, pude extender la mano un poco y tomar la pequeña mano de Talia—. Ves, cariño, mamita ha estado practicando para poder sostener tu mano. Mi próxima meta es abrazarte.
—Gracias, mamita —Talia empezó a llorar—. He echado de menos sostener tu mano. Te amo tanto. Y te extrañé aún más.
—Yo también, mamá —Reagan extendió su mano hacia mí, así que deslicé mi otra mano en la suya.
—Lo sé, amigo —lo siento—. Pero gracias, a todos, por ser fuertes mientras estuve ausente. Son todos unos niños muy valientes.