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Reece
—Podía decir lo que se suponía que debía estar pasando. Sabía lo que se suponía que sucedía. No estaba confundido acerca de nada de eso. No, no fue hasta un poco después que me preguntaba qué diablos estaba pasando.
Mi Pequeña Conejita acababa de limpiarse mientras bajaba a los tres niños que estaban en la plataforma hacia el suelo. Ella estaba limpia de sangre y vísceras, y aparentemente también seca. Los niños estaban emocionados de correr hacia ella y abrazarla. Algo que yo quería hacer. Quería abrazar a mi Pequeña Conejita, así como a mis trillizos. En ese momento, estaba inmensamente celoso de los cuatro.
Sin embargo, los niños no llegaron a abrazar a mi Pequeña Conejita. No. Se detuvieron a mitad de camino cuando las cosas parecían irse al traste una vez más. ¡Maldita sea! ¿Acaso mi Pequeña Conejita no podía tener un respiro? Era ridículo. En serio.