—Perdí mi espada en la refriega. Cuando corría para llegar a Rudy, Alexio, Zachary, Zander y Zayden, de alguna manera la solté y la perdí. Pero estaba bien. Solo necesitaba llamarla de nuevo.
Alargué mi mano al aire, hacia ese otro bolsillo dimensional, y sentí mis dedos rozando el mango de la espada. La agarré firmemente y la saqué en un movimiento rápido y ágil. Una vez más estaba armada y era bastante peligrosa.
Hécate aún se reía con esa risa repugnante suya.
—¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! —Esa risa era tan molesta. Sin embargo, en lugar de frenarme esta vez, me estaba incitando. Me estaba empujando hacia la meta que tenía. Necesitaba acabar con esta perra. Necesitaba destruirla. Y esa risa suya no hacía más que avivar mi ira.
Esa claridad aún fluía en mí también. Veía todo tan claramente que era como si todo se señalase a sí mismo para mí. Veía todo con tal detalle nítido que sabía que solo me ayudaría en esta siguiente etapa de la batalla. Hécate iba a caer.