—Tranquilízate, Trinidad —escuché una voz que llegaba a través del viento hasta mí. Sonaba casi como si fuera suave y susurrada, pero sabía que tenía que haber sido gritada o gritada a mí para siquiera poder llegar a mí—. Tranquila. Respira hondo. Y luego lucharemos juntas contra esta mujer dragón. Acabaremos juntas con Hécate.
Reconocí que la voz era la de mi padre. Intentaba ayudarme, pero no era el único.
—Está bien, mamá, la dama dragón no puede vencerte.
—Creemos en ti, mamá.
—Eres fuerte, mamá. Puedes hacerlo. Sé que puedes —los niños, Zachary, Zander y Zayden, todos me dieron ánimos que pronto fueron seguidos por los de Rudy y luego los de Alexio.
—Está bien, Reina Trinidad. Tranquilízate y concéntrate. Sé que puedes hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa. Eres la increíble Diosa Reina Trinidad.