—Déjame verte, Mamá —dijo Talia con una voz susurrante. Era casi demasiado bajo para que yo oyera incluso aunque la habitación estuviese silenciosa, y yo no estaba tan lejos de ella—. Déjame encontrarte para poder verte de nuevo. Vuelve a mí, Mamá. Vuelve a todos nosotros. Papá te extraña. Reagan te extraña. Rika te extraña. Y yo también te extraño, Mamá —Talia dijo las palabras que todos ya sabíamos. Palabras que todos no queríamos decir pero que sentíamos el poder de cada minuto de cada día que mi Pequeño Conejito había desaparecido.
Después de esas palabras solo observé a mi pequeña hija y a sus dos acompañantes.