—Reece
Mi pequeña conejita había vuelto a los días locos y frenéticos nuevamente. Siempre estaba tratando de hacer demasiado. Durante los últimos años, siempre estaba tratando de llevar todo sobre sus hombros y hacer todo por sí misma. Realmente no sé por qué insistía en hacerlo todo ella misma en lugar de pedirme ayuda a mí, a Vicente, o incluso a Gabriel.
Las cosas han estado empeorando mucho para ella últimamente. Por alguna razón, desde que Gloriana y Valeriano, junto con los demás, vinieron a visitarla, ha estado mucho peor. Es como si algo la estuviera molestando, pero aún no puedo decir qué es.
Y para colmo de todo, ella está tan agotada. Algo que realmente me ha estado molestando últimamente. Todo lo que podía oler en ella era ese agotamiento. Desprendía un fuerte olor a ello. Y no quería sonar grosero o cruel al señalárselo.