—Y...Y...Yo supongo —tartamudeó las palabras Vicente y supe que estaba vacilando por un momento.
—No tienes que hacer esto si no quieres, Vicente. Nadie te obligará a hacer esto. Puede ser una gran responsabilidad —le hablé con suavidad, diciéndole sin usar demasiadas palabras que eligiera con cuidado.
—Creo que, m...m...más que nada, m...me preocupa lo que les pase a e...ellos si to...tomamos su bendición —ahora que parecía estar diciendo lo que quería decir, noté que estaba menos nervioso. Aunque tartamudeaba, estaba bastante seguro de que lo había superado.
—Cuando Veritas y yo ascendamos, nos trasladaremos a la sala de las almas. Cuando llegue el momento de que nazca una nueva vida, y sea nuestro turno, Veritas y yo renaceremos en el reino mortal. No nos perderemos para siempre, si eso es lo que temes. Esto aquí, es otra señal de tu dignidad a mi parecer —Sanus le sonrió mientras respondía a la pregunta.